viernes, 26 de febrero de 2010

Este es mi Hijo, escúchenlo (2º Domingo Cuaresma)

Lectura del Evangelio según san Lucas (9,28b-36):

En aquel tiempo, Jesús tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»

No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escúchenlo.»

Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
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En el segundo domingo de Cuaresma, se nos regala el relato de la Transfiguración del Señor. Jesús llama a tres discípulos a orar al monte Tabor: Pedro, Santiago y Juan, son los mismos tres que serán invitados a orar también en el huerto de los Olivos, antes de la pasión del Señor, cuando el rostro de Jesús se desfigura por la angustia y el dolor de la cruz y de la muerte. Aquí en cambio son testigos de la Gloria de Jesús.

Los discípulos son invitados a orar con él, esta es la primera invitación y la primera tarea del que sigue a Jesús: estar con él y orar como él. Jesús orando se transforma, sus rostro cambia y sus vestiduras resplandecen, es en la oración que Jesús muestra su rostro glorioso y nosotros colocando nuestra mirada en él seremos transfigurados con él, sólo siendo discípulos en oración podremos irradiar la luz y la paz que viene del Señor.

Jesús habla con dos personajes significativos del Antiguo Testamento: Moises y Elías, uno representa la Ley de Dios, que no es abolida por Jesús, sino que perfeccionada en el Amor. Elías en cambio, representa el espíritu profético, que también está en Jesús. Su diálogo es sobre la redención que se va a realizar en Cristo, la muerte que va a acontecer en Jerusalén. Por su parte los discípulos aún no logran captar el real sentido de la misión de Jesús y creen, en boca de Pedro, que lo mejor es quedarse ahi, cuando su misión es el mundo. Esa es la misión del cristiano. Anunciar a todos que Jesús ha traído la salvación y que esa es nuestra esperanza.

La voz del Padre es precisamente un envío para ellos, a escuchar la palabra de Jesús y a anunciarla a los demás. Dios Padre señala que Jesús es su Hijo, y lo que él diga es, por lo tanto, palabra de Dios, y su sacrificio será de redención para todos los seres humanos. Este es el mensaje de la Transfiguración un mensaje de mucha esperanza en tiempos de desesperanza, pero es también un desafío para los cristianos a encontrarnos primero con Jesús en la oración, para poder anunciarlo en nuestras vidas.

Buen Domingo

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