sábado, 17 de abril de 2010

¡ES EL SEÑOR!


Hch 5,27-32.40-41;Sal 30,2.4.5-6.11-12.13;Ap 5,11-14;Jn 21,1-19.

Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No". El les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar". Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras". De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".
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En este tercer domingo de Pascua, el evangelio de Juan nos presenta una nueva aparición del Resucitado a sus discípulos. El presente texto tiene interesantes particularidades: Estaban siete de los discípulos juntos (el número 7 es siempre importante en la Escritura, porque significa la perfección).

A pesar de que ya han tenido experiencia de Jesús resucitado, aún están desilusionados y sin fuerza. Pedro le dice: "voy a pescar" de alguna manera es dar un paso atrás, es querer volver a lo que hacían antes de empezar a seguir a Jesús, es desandar el camino hecho, como si nada hubiese pasado, y los demás van con él. Pero no pescaron nada, precisamente para indicar que no es en el "volver atrás" donde está el camino del discípulo de Jesús, que siempre debe avanzar. Era de noche, y en las tinieblas y sin Jesús, nada se puede lograr.

Es aquí donde entra en escena el Señor, al amanecer que es donde nace la esperanza. La mañana es signo de que la larga espera de la noche tiene sentido. Las palabras de Jesús son de cariño: "muchachos", aún son unos muchachos en la fe, aún tienen mucho que aprender y que caminar en el seguimiento: "echen las redes"-les dice- y en el nombre de Jesús resucitado se puede lograr pescar y hacerlo en abundancia, con las primeras luces de la mañana y con la presencia de Él.

Que gesto de familiaridad y cariño tiene Jesús con los suyos de tenerles preparado algo para comer. Es muy importante para los evangelistas el hecho de mostrar a Jesús resucitado comiendo junto a sus discípulos, para dejar claro que no es un espíritu, ni un fantasma, es verdaderamente Jesucristo que ha vencido a la muerte.

El diálogo final de Jesús con Simón Pedro, lo purifica de la triple negación que ha hecho en el momento de la Pasión. A la vez que Jesús lo confirma a la cabeza del grupo de los Apóstoles, para apacentar su rebaño. Un buen pastor se medirá siempre a través de la confianza que deposite en el amor de Jesús: "Señor tu lo sabes todo, sabes que te quiero". La última palabra que Jesús le dirige a Pedro en el evangelio de este domingo es significativa:"sigueme", así como al comienzo del relato Pedro daba un paso atrás al volver a sus faenas de pescador, Jesús lo invita a colocarse de nuevo en camino en el seguimiento de Él, invitación que nos hace también hoy a nosotros.

Buen Domingo

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