jueves, 24 de junio de 2010

Dejar todo para seguir a Jesús






Evangelio según San Lucas 9,51-62.

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?".
Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.

Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".

Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre".
Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios".

Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos".
Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".
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El evangelio de este domingo es un hermoso relato de Lucas sobre el discipulado y el seguimiento de Jesús, tan acorde en este tiempo de Misión en nuestro continente latinoamericano y en los esfuerzos de re-evangelización en España y el resto de Europa. Es un volver a retomar con toda la fuerza y la frescura del primer amor, el seguimiento del Señor en la Iglesia.

Jesús pasa por un pueblo de Samaría en su viaje rumbo a Jerusalén, pero no es bien recibido, precisamente por ir a Jerusalén (por las rencillas que existían entre judíos y samaritanos). Podríamos preguntarnos cuántas veces también nosotros anteponemos nuestros prejuicios y egoísmos, ante hermanos de otros pueblos o culturas distintas a las nuestras, Jesús nos enseña a tener una mirada más amplia y fraternal. Incluso con sus propios discípulos que tenían las intención de "reparar" la ofensa hecha a Jesús mandando fuego del cielo. El amor de Dios, es mucho más grande de lo que nuestros mezquinos horizontes pueden atisbar. Simplemente siguieron su camino. Jesús está siempre en camino, pase lo que pase, sigue su camino de cumplir la voluntad del Padre.

Continúa el relato con dos personas que quieren seguir a Jesús, y un tercero (el de al medio) que es llamado por Jesús, esto para indicarnos la centralidad de Jesucristo en la llamada , por eso coloca su invitación al centro de la narracción, y a la vez para enfatizar la importancia del anuncio del Reino de Dios, que Jesús sentencia por sobre cualquier otro querer humano (como enterrar al propio padre).

La forma de vida del discípulo (que no tiene donde reclinar la cabeza) y la actitud que debe tener un verdadero misionero (poner la mano en el arado, sin mirar atrás), engloban la llamada del seguimiento de Jesús y el anuncio del Reino. A la vez que nos indica la urgencia de evangelizar que tiene Jesús. Un Jesús que está en camino y que necesita discípulos misioneros audaces y valientes dispuestos a entregar su vida por Él y su Buena Noticia.

Buen domingo.




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