viernes, 9 de julio de 2010

Ve, y haz tú lo mismo


Evangelio según San Lucas 10,25-37.

Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".

Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".

El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".

"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; si haces así y alcanzarás la vida".

Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".

Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?".
"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor.

Y Jesús le dijo: "Ve, y haz tú lo mismo".
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Este domingo se nos presenta una de las lecturas más conocidas y comentadas del evangelio: el buen samaritano. Sin embargo la actualidad y vigencia de este párrafo nos hace descubrir siempre cosas nuevas, por su gran riqueza espiritual.

En esta oportunidad nos centraremos en el hacer, si ponemos atención (lo hemos puesto en negrita), en tres momentos se utiliza el verbo hacer en el evangelio. El maestro de la ley pregunta sobre lo que hay que hacer para alcanzar la vida eterna: la primera sorpresa es que Jesús, no dice que hay que hacer algo, no es el hacer lo primordial, sino que más bien lo remite a la Ley a lo que está escrito, a la Palabra de Dios: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo, esto es lo primero y lo más importante, no sólo saber lo que dice la Palabra de Dios, sino que profundizarlo en nuestro corazón, Jesús le pregunta por lo que está escrito, y como lo lee, es decir como hace propio aquello que está escrito, el leer la Palabra de Dios, debe significar un verdadero encuentro con Él, que nos lleva al actuar, tanto es así que Jesús le dice que haciendo esto tendrá la vida eterna.

Pero esto no significa que no sea importante el hacer, por eso que hemos señalado al comienzo , como a partir del verbo hacer se estructura nuestro texto.

¿Quién es mi prójimo? -pregunta el maestro de la ley- y Jesús comienza con el relato del buen samaritano. Que cuenta la historia de un hombre que baja desde Jerusalén, es un hombre cualquiera, no especifica nada más, el amor al prójimo no tiene barreras de ningún tipo, toda persona es mi prójimo. El sacerdote y el levita van muy apresurados para poder ejercer la misericordia con su prójimo. En cambio, cuando relata las acciones del samaritano las detalla minuciosamente: tuvo compasión, se acercó, le curó las heridas, le pusó vendas, lo subió a su cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Todavía al día siguiente procuró por su futuro. Las acciones de la caridad son muchas y el evangelio de Lucas nos quiere dejar claro esto, nos muestra con que cariño el samaritano se hace prójimo del que está en necesidad.

Por segunda vez es Jesús quien pregunta: ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?, la respuesta del maestro de la Ley aunque correcta es esquiva, no quiere mencionar que fue el samaritano, la respuesta final de Jesús responde de alguna manera a la pregunta inicial sobre el hacer del maestro de la Ley: "Ve, y haz tú lo mismo".






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