viernes, 6 de agosto de 2010

Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas




Evangelio según San Lucas 12,32-48.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.


Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.


Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada".
Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?".
El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse,
su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.

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En el evangelio de este domingo el Señor nos hace muchas invitaciones, es un texto rico en enseñanzas, pero de todas la fundamental es a estar atentos, a estar siempre disponibles, a estar preparados a su venida, o más bien debemos decir a sus venidas. Por sobretodo a estar atentos a escuchar su Palabra y a las necesidades de nuestros hermanos.

Pero la pregunta que se nos viene a la mente es: ¿cómo podemos estar atentos y disponibles a la Palabra de Dios?. Es el mismo Señor que nos indica cómo debemos estarlo: "ceñidos y con las lámparas encendidas". Tener la vestidura ceñida, significa estar preparado para salir en cualquier momento, estar listo para realizar cualquier tipo de trabajo, en cuanto se nos sea requerido, hoy diriamos es estar en "mangas de camisa". La segunda imagen que usa el evangelio, complementa la anterior, estar con las lámparas encendidas, quiere decir estar despiertos, esperando la llegada de alguien, para que no nos encuentre desprevenidos, porque nadie sabe ni el día, ni la hora en que llegará el Hijo del hombre. Como dice el salmo: "para mis pies lámpara es tu Palabra; y luz para mis sendas" (sal 119,105). La escucha orante de la Palabra del Señor, se transforma en luz para ver en nuestro camino de fe.

Lo propio del discípulado es aguardar, es estar expectante ante la llegada del Señor, este esperar nos puede parecer contradictorio ante la rapidez del mundo actual, esperar requiere su cuota de paciencia, pero la esperanza cristiana no significa pasividad, es una espera activa, "asi como los centinelas esperan la aurora, así mi alma te espera Señor" (Sal 130,6), es una imagen bíblica que nos muestra como debemos aguardarlo pacientemente, pero despiertos con la esperanza que la oscuridad siempre pasa y cada amanecer trae la luz y el descanso a los centinelas nocturnos. En la medida en que el Señor nos encuentre despiertos y vigilantes, y haciendo el bien, el reino de Dios estará cerca y haciéndose realidad en nuestras vidas, esto es mantener vivo el sentido de estar preparados a su venida.

Hoy nosotros nos podemos preguntar:¿estoy preparado para recibir al Señor?, ¿cómo me visita Jesús hoy?, ¿estoy siempre con el corazón abierto a escuchar lo que el Espíritu Santo me quiere comunicar?. Que podamos vivir siempre atentos como si el Señor Jesús fuera a llegar hoy mismo, y podamos tener la bienaventuranza del evangelio: "¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!".

Buen domingo


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