sábado, 23 de julio de 2011

El tesoro escondido


Evangelio según San Mateo 13,44-52.

El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.

Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".
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Este domingo la liturgia de la Iglesia continúa con las Parábolas del reino de los Cielos, que aparecen en forma de discurso en el capítulo 13 del evangelio de Mateo. Las parábolas que se nos presentan para este domingo para nuestra reflexión, son la del tesoro escondido encontrado en un campo y la de las perlas finas que un negociante busca hasta encontrarlas. Ambas parábolas nos muestran el modo de pensar, de hacer y de elegir de Dios, y nos colocan en la lógica de Dios.

Estas parábolas son una experiencia de encuentro, ya que el cristianismo es por sobre todo una experiencia con Cristo, el mismo Cristo es el tesoro escondido en el campo, es decir, el encuentro se puede dar de muchas maneras, incluso sin proponérselo, se puede dar sin buscarlo. El Señor se nos hace el encontradizo en el camino de la vida. En esta parábola se da una paradoja ya que el hombre que encuentra el tesoro, lo vuelve a esconder, ¿por qué esta actitud?, es tan maravilloso y grande lo que ha encontrado, es tan significativo para su vida, que necesita tener un espacio y un tiempo de silencio, necesita hacer suyo este tesoro encontrado, no es una actitud de egoísmo de no querer compartirlo con los demás, porque el amor no es nunca egoísta, por definición es generoso, pero este tesoro que se ha encontrado, que es la Gracia y el Amor de Dios, debe ser asimilado, contemplado, y puesto en oración, es necesario darse este tiempo, y luego vende todo lo que posee para comprar el campo del tesoro, esto último significa que todo lo demás es relativizado en relación a este tesoro encontrado, al reino de Dios.

El comerciante de perlas preciosas, en cambio, es aquel que va en busca de las perlas, es decir existe una búsqueda, el evangelio señala que se dedicaba a buscar una perla de gran valor, y finalmente la encuentra. Cuantas personas buscan algo más grande en su vidas, un ideal que trascienda. Cuantas personas que buscan a Dios y que muchas veces no lo encuentran en medio de tantas oscuridades que ocultan la hermosa perla de gran valor que es Cristo mismo. Pidamos a Dios, para que aquellos que se esmeran en su búsqueda de trascendencia, puedan encontrar la perla de gran valor y los que caminan por el campo de su vida, sin buscar nada especial puedan hallar el tesoro escondido que Dios tiene reservado para ellos.

1 comentario:

  1. me encantó la reflexión! un abrazo!
    cada día buscar la perla más hermosa!!!!

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