viernes, 30 de septiembre de 2011

Somos la Viña del Señor


Evangelio según San Mateo 21,33-43.

Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.
Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: 'Respetarán a mi hijo'. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?".
Le respondieron: "Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo". Jesús agregó: "¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos".
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La viña que aparece en la parábola que cuenta Jesús en el evangelio de este domingo, es signo en el Antiguo Testamento del pueblo elegido de Dios. Jesús relata la parábola a aquellos que dirigían al pueblo de Israel.

Para los cristianos la Viña es ahora el nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia, que debe ser custodiada por todos los creyentes bautizados que somos parte de ella. El texto de la parábola dice que el dueño de la Viña parte lejos dejando a los viñadores que cuiden de ella, esto significa la confianza que Dios tenía en ellos, y al mismo tiempo la responsabilidad que se les daba a los viñadores de cuidarla. Pero los viñadores quisieron quedarse con la Viña, y maltrataron a los enviados por el dueño, golpeándolo a unos y matando a otros. Finalmente cuando envía a su hijo pensando que lo respetarían, ellos viendo la posibilidad de quedarse definitivamente con la viña, lo matan. Son imágenes que hacen alusión a los profetas del Antiguo Testamento, y el hijo es el propio Jesús.

La Viña será entregada a un pueblo nuevo que dará frutos. Este nuevo pueblo de Cristo somos los bautizados, podemos preguntarnos como estamos cuidando de ésta Viña que el Señor nos ha encomendado, qué frutos están dandos nuestras comunidades religiosas, parroquiales, diocesanas,etc. Nuestra Viña, la Iglesia, debemos cuidarla y hacer que dé frutos abundantes de solidaridad, justicia y de fe. En las grandes cosas, pero por sobretodo en las pequeñas cosas de cada día: acogida, servicio y compromiso. Sabiendo que es Jesús la piedra angular de la Iglesia. Que podamos hacer realidad aquello que una plegaria eucaristía recita: “que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”. Buen domingo

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