sábado, 22 de octubre de 2011

Amar a Dios y al prójimo


Evangelio según San Mateo 22,34-40.

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".
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Le preguntan a Jesús sobre el mandamiento más importante de la Ley. La pregunta hecha por un doctor de la Ley, buscar poner a prueba a Jesús. En aquel tiempo habían codificado una gran cantidad de leyes religiosas y por eso la pregunta es pertinente, reconocer entre tantos mandamientos cuál es el esencial y que da fundamento y sentido a todos los demás.

La respuesta de Jesús, que retoma aquel texto del libro del Deuteronomio, recuerda aquella Ley primera que Dios da a su pueblo: “Amarás al Señor, tu Dios”, este es el más grande y el primer mandamiento. Este mandamiento es la respuesta de amor del ser humano al amor que hemos recibido primero, el amor de Dios. “Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el espíritu”. Esta triple llamada a la totalidad de nuestro ser, significa colocar todo nuestro empeño en este amor, con todo lo que somos.

Sin embargo Jesús añade junto a éste mandamiento, un segundo mandamiento semejante al primero: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. ¿Por qué Jesús agrega este segundo mandamiento al más grande referido a Dios?. Porque no podemos entender el amor a Dios, sin amar al hermano, son como dos caras de una misma moneda. Ambos son esenciales para los seguidores de Cristo. El que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1Jn 4,20).

Por eso que Jesús termina diciendo que toda la Ley y los profetas dependen de estos mandamientos, porque en la medida que amemos, los mandamientos y lo dicho por los profetas cobrará su verdadero sentido, no es la ley por ley, es la ley del amor que Cristo nos trae la que da un nuevo color a nuestra vida, porque como dijo san Juan de la Cruz: “al atardecer de nuestras vidas seremos juzgados por el amor”.

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