sábado, 5 de noviembre de 2011

¡Estemos despiertos!


Evangelio según San Mateo 25,1-13.

Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.

Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'. Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'. Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'.

Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos', pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'.

Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
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Mucho se habla de la posibilidad de fin del mundo y de cómo va a suceder este acontecimiento. Esto puede producir miedo y angustia en muchas personas, y en otras indiferencia e incredulidad. Los cristianos debemos preguntarnos que nos dice el Señor con respecto a esto. El texto del evangelio de este domingo, nos recuerda aquella parábola de Jesús de las vírgenes prudentes y de las vírgenes necias, que esperaban al novio con sus lámparas de aceite, unas llevaban el aceite suficiente para la espera y las otras no.

El texto nos invita a tener una actitud de esperanza, y de vigilancia en la vida, porque nadie sabe ni el día, ni la hora. Esperanza, porque sabemos que Dios nos quiere salvar, y que con su sacrificio en la cruz y su Resurrección nos ha regalado esa redención. Por eso que la actitud del cristiano no debe ser de miedo, ni de angustia frente a estas cosas, como tampoco creer en los mal agoreros. El final de los tiempos para el creyente es de dicha y de fe en Aquel que sabemos que nos ama. Y de vigilancia, es decir, de estar despiertos y viviendo siempre en la Gracia de Dios, reconciliados con Él y con los demás, esto significa estar con las lámparas siempre encendidas, a la espera de la venida de nuestro Señor, espera que es gozosa y no angustiosa.

Que Dios nos llene de confianza en su amor, y no caigamos en la tentación de la desesperanza, y podamos llenar al mundo de fe y de amor. Buen domingo.


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