jueves, 2 de febrero de 2012

Jesús sana a todos


Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,29-39):

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.

Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»

Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»

Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

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Jesús predicando en un pueblo de Galilea (al norte de Palestina), sana a la suegra de Simón Pedro, y entonces le llevan todos los enfermos y endemoniados para que los tocara y los sanara. Dice el evangelio (Mc 1, 29-39), que toda la ciudad se reunió en la puerta de la casa, para escucharlo y llevar a los enfermos. Cada domingo –o sábado por la tarde- nuestras comunidades también se reúnen en las iglesias, templos y capillas para estar con Jesús, para escuchar su Palabra, comer de su cuerpo y así recibir la sanación que necesitamos. Nuestra comunidad eclesial necesita de sanación espiritual de parte de Jesús. Que nuestra participación en la Misa sea expresión de esa necesidad espiritual de estar con Jesús, de recibir su bendición.

El texto del evangelio continúa relatando que esa tarde Jesús se quedó sanando a quienes fueron hasta donde él. A la mañana siguiente, antes de amanecer, salió a orar a un lugar desierto. Que importante es para Jesús, a pesar de todo el trabajo que tenía, tener un momento significativo de oración, de comunicación con su Padre Dios. Que importante debe ser también para nosotros el tener ese contacto continuo con Dios, por medio de la oración.

Sin embargo y a pesar de eso, cuando sus discípulos aparecen para decirle que todos los buscan, el deja su oración y parte hacia otros pueblos a anunciar la Palabra de Dios y expulsar los espíritus impuros. La disponibilidad que muestra Jesús es grande. Su disposición para la oración, pero también su disponibilidad para el servicio a los demás, ambas no son cosas que se contraponen, sino más bien se complementan. Que también nosotros podamos combinar la oración y el servicio en nuestra vida. Buen Domingo.

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