jueves, 12 de julio de 2012

El Dios de Jesús



Evangelio según San Marcos 6,1-6.
Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa".
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
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Muchas veces nos preguntamos por aquello en lo que creemos, y por supuesto la inmensa mayoría de nosotros diremos que creemos en Dios, pero las diferencias vienen cuando nos preguntamos en qué tipo de Dios creemos.

Muchas veces tendemos a meter como se dice vulgarmente “en un mismo saco” a muchas creencias y superticiones de diferente tipo, y pensamos que eso es tener fe. Nosotros los cristianos creemos en Dios, pero en el Dios que nos ha anunciado Jesucristo y por eso nos llamamos cristianos, porque es algo que nos identifica con respecto a otras tradiciones o formas de religiosidad o de espiritualidad. Esto porque muchas veces se dice: “todo es un mismo Dios”, y esto no es conceptualmente correcto. A este punto es necesario aclarar que la fe de los católicos y de los evangélicos sí es en un mismo Dios, con matices distintos, pero esencialmente es (en este caso) el mismo Dios. Lo conversaba hace poco con un pastor de nuestra ciudad: nosotros profesamos la misma religión, pero en iglesias distintas. Creemos que Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres y que ha venido al mundo para salvarnos.

Jesús en el evangelio que se leerá en la liturgia dominical, ante la poca fe de las personas de su pueblo, a causa de su familia que la conocían, se asombraba mucho. Que nosotros que nos decimos cristianos conozcamos más de nuestra fe, de lo que nos dice Jesús en su evangelio y podamos formarnos y crecer más en nuestro ser cristiano, antes de buscar en otro tipo de caminos y superticiones alejadas de nuestra fe.

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