jueves, 23 de abril de 2015

Jesús, el Buen Pastor


Evangelio según San Juan 10,11-18.

Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí
-como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre".
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Este domingo la Iglesia celebra, en el cuarto domingo de Pascua, la figura del Buen Pastor. El Pastor es Jesús, como nos lo dice él mismo, en el texto del evangelio de Juan propuesto para la liturgia de este domingo (Jn 10, 11-18): “Yo soy el buen Pastor, el Buen Pastor da su vida por la ovejas”. Toda la referencia pastoril que hace Jesús en contraposición al asalariado que huye cuando el rebaño es atacado por el lobo, tiene que ver con el tipo de relación que existe entre cada uno de los tipos de pastor que se muestra en el texto bíblico.

El asalariado, por estar interesado sólo por el dinero que gana por el cuidado de las ovejas, no está dispuesto arriesgar su propia vida por el rebaño encomendado, no así en cambio el buen Pastor. La razón de esta diferencia, pasa por el conocimiento. Jesús dice: “Yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí”. Este “conocer” bíblico pasa por una relación profunda e intima. Es lo que llamaríamos una relación pastoral, y no una relación funcional. El buen Pastor no es un funcionario, sino un pastor que entrega su vida, no porque haga muchas cosas, sino que porque lo que hace lo hace con amor y entrega desinteresada.

Este domingo, hace más de cincuenta años, es dedicado para orar por la vocaciones sacerdotales. Pidamos con fe para que los jóvenes de nuestras comunidades y colegios que se preguntan por la vocación sacerdotal, no teman de buscar acompañamiento en sus inquietudes.

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