viernes, 2 de septiembre de 2016

Seguirte sólo a Tí, Señor



Evangelio según San Lucas 14,25-33.
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:
"Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:
'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo."
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El evangelio de este domingo (Lc 14, 25-33), comienza diciendo que junto a Jesús caminaba un gran gentío. La pregunta es si toda esa gente necesariamente eran seguidores del Señor, si escuchaban y aceptaban su mensaje, o solo andaban con él por los beneficios o milagros que esperaban de él. Jesús se da vuelta y les dice: “El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”. El ser discípulo, implica seguir a Jesús, de manera libre y consciente, y con las consecuencias que significa este seguimiento.

Pero seguir al Señor, es una opción seria y que debe ser pensada, como un hombre que antes de construir una torre se sienta a ver si tiene lo suficiente para terminar su construcción, o el rey si tiene las suficientes tropas para enfrentar a otro que viene con un ejercito más fuerte.

El mensaje de Jesús es comprometedor y radical: “El que no renuncie a sí mismo y a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. Seguir a Jesús, es comprometerse con su Reino y con la Vida, especialmente de los más débiles: de los pobres, de los ancianos, los enfermos, los que están por nacer, los inmigrantes.

Este Domingo la Iglesia hace oración, especialmente por nuestros hermanos migrantes, los que salen de nuestro país, y aquellos que llegan a Chile, buscando un mejor horizonte. Que podamos liberarnos de prejuicios y estereotipos y podamos acoger a aquellos que vienen a nuestra patria.

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