viernes, 16 de agosto de 2019

Un pozo, el barro y la oración





La primera lectura de la liturgia de este domingo está tomada del libro de la profecía de Jeremías. (Jr 38, 3-6.8-10). El profeta Jeremías tenía una característica muy particular, en tiempos en que su nación estaba enfrentada en un conflicto bélico con un país más poderoso, es el único que pregona que serán derrotados y que la ciudad será tomada por el ejercito enemigo. ¡Una muy mala propaganda en tiempos de guerra!. Es por es razón que los jefes del pueblo piden al rey que lo condene porque estaba desmoralizando a los ciudadanos. El rey debilitado en su prestigio ante sus dignatarios, entrega al profeta en sus manos. Ellos lo tomaron y lo arrojaron en un pozo profundo donde no había agua sino sólo barro, de manera que Jeremías se hundió en el barro.

El relato es de un gran simbolismo, primero porque Jeremías es un profeta que anticipa a Cristo de muchas formas, entre otras precisamente por el rechazo que tiene por parte de las autoridades de la época. Ambos entregan sus vidas por la causa de Dios y de su reino. Es su coherencia con su mensaje que los lleva a esta entrega de la propia vida.

Pero también para nosotros Jeremías nos puede ayudar en nuestra vida: frente a las adversidades y problemas de cada día, que se ven representados en esta imagen del profeta en el pozo profundo y en el barro que lo hunde, seguramente habrá hecho suya la oración del salmo 39 que recoge también la liturgia dominical: “Señor, ven pronto a socorrerme. Él se inclinó sobre mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa infernal, del barro cenagoso”. También nosotros ante las dificultades debemos alzar nuestra oración a Dios para que nos oiga, sin temor y con confianza.

Habíamos dejado al pobre Jeremías en el pozo, ¿qué pasó después?: Finalmente otro ministro del reino se apiadó de Jeremías y le reclamó al rey por el maltrato e injusticia que se estaba cometiendo contra el profeta. El rey mandó entonces que sacaran a Jeremías del pozo. “Esperé confiadamente en el Señor y el me salvó”.

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