jueves, 2 de agosto de 2012

Danos el Pan de Vida




Evangelio según San Juan 6, 24-35.



Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".
Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".
Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.
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El evangelio de este domingo, continua a la multiplicación de los panes y de los peces por parte de Jesús del domingo anterior. La gente lo sigue, aunque todavía de forma superficial. Jesús busca un seguimiento más profundo y no sólo basado en lo básico: “ustedes me siguen porque comieron hasta saciarse”.

Jesús insta a las personas que lo seguían (y lo hace hoy también con nosotros) a realizar las obras de Dios, que no es otra que creer en Aquel a quien Dios ha enviado: el mismo Señor Jesucristo. Ante la interrogante de los signos que realiza para que creamos en él, se presenta como el verdadero Pan bajado del Cielo, no como el que comieron los israelitas en el desierto.

Jesús es el Pan bajado del Cielo, que recibimos en cada Misa, y que nos da la fuerza espiritual para nuestra vida de cada día. En un tiempo en que tantas personas buscan espacios de espiritualidad, y a veces tantos cristianos que lo buscan en extrañas y diversas creencias. ¿No sería interesante volver a mi Iglesia, a mi parroquia?. ¿No será este domingo un buen domingo para comulgar el cuerpo del Señor, de redescubrir en la comunidad de la Iglesia, más allá de sus problemas, la presencia real de Cristo en la Eucaristía?.

Señor, danos siempre de este pan, le ruegan sus discípulos. Yo soy el Pan bajado del Cielo les repite el Señor. Acerquémonos con confianza a nuestras Iglesias a recibir nuestro alimento espiritual. Buen domingo



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