jueves, 8 de septiembre de 2011

Saber perdonar


Evangelio según San Mateo 18,21-35.

Entonces se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?". Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.

Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".
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Se dice que perdonar es una cualidad divina más que humana, y que duda cabe que es una actitud difícil de realizar en nuestra vida. Sin embargo para quienes hemos tenido la experiencia de perdonar y ser perdonados, sabemos de la alegría que conlleva el perdón.


El evangelio de este domingo, nos habla del perdón. Es Pedro quien le plantea la pregunta a Jesús: ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano?, ¿hasta siete veces?, recordemos que para la cultura judía de la época, siete veces era el número de la perfección, y por lo tanto al decir siete veces está diciendo muchas veces. La respuesta de Jesús nuevamente descoloca: “hasta setenta veces siete”. Obviamente no significa hacer la operación matemática, para saber cuanta veces, sino que equivale a decir la infinitud de veces que se debe perdonar, como queda en claro en la parábola posterior del rey que perdona la deuda. El perdón de Dios es infinito, eso lo sabemos.


Pero ¿qué hacemos con relación con nuestra capacidad de perdonar, y de recibir el perdón de otros?. Se escucha decir, que se perdona, pero no se olvida y esto es así. Muchas veces confundimos el perdón con el recuerdo y creemos que no hemos perdonado, porque no olvidamos. El perdón no requiere del olvido, es lo conscientemente asumido que se perdona.


En ocasiones el perdón más difícil de hacer, es el de perdonarse uno mismo. Y este es fundamental, hay que aprender a perdonarse para perdonar a los demás. Darnos cuenta que no somos perfectos, no es fácil de aceptar. Los sentimientos de culpa nos agobian y martirizan. Jesús nos quiere sanar de raíz y nos ofrece el perdón como camino de sanación espiritual, y de convivencia con los demás. En la medida que estemos reconciliados con nosotros mismos, podremos reconciliarnos con los demás y con Dios.


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