sábado, 28 de enero de 2012

La autoridad de Jesús


Evangelio según San Marcos 1,21-28.


Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.


Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar:
"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.

Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!".
Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.

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El evangelio que escucharemos en las liturgias de este fin de semana, nos narran el inicio del Ministerio de Jesús (Mc 1,21-28), en una jornada en Cafarnaúm. Esta evangelización realizada por Jesús se da en dos momentos: la predicación de la Palabra, enseñada con autoridad, y después la acción manifestada en el exorcismo de un espíritu impuro que tenía dominado a un hombre.

Estos dos momentos son complementarios entre sí. El anuncio, la predicación de la palabra hecha por Jesús, es acompañada con obras, con el exorcismo del espíritu inmundo, es la acción que da testimonio de la palabra del Señor.

Ambas están íntimamente unidas, en un término que aparece en dos oportunidades en el texto del evangelio de este domingo: autoridad. La gente estaba asombrada porque Jesús enseñaba con autoridad y no como los escribas que les enseñaban habitualmente. Asimismo, después de la liberación del hombre del espíritu impuro que lo atormentaba, también la reacción de los presentes es de asombro por la autoridad con la que expulsa a los demonios.

La actitud de oración a la que somos invitados es a la del asombro que tuvieron los contemporáneos de Jesús: “¿qué es esto?, Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus inmundos, y éstos le obedecen”. Este temor sagrado, el llamado Temor de Dios, que no es miedo, es una actitud de estupor, piedad, veneración y adoración ante el misterio divino manifestado, en la palabra y la obra de Jesús. Que podamos nosotros tener esta capacidad de asombro ante las cosas, el amor, la naturaleza, el dolor, y la alegría, y así poder encontrar a Dios, y entrar en contacto con Él, en nuestra oración contemplativa. Buen domingo.



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