sábado, 28 de abril de 2012

Jesús Buen Pastor


Evangelio según San Juan 10,11-18.

Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.

Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí
-como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.

El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre".
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Este cuarto domingo de Pascua, se celebra el domingo del Buen Pastor, porque el evangelio que se lee en la liturgia es el texto de Juan (10, 11-18), donde Jesús se presenta como el Buen Pastor que cuida del rebaño. Es a su vez el domingo cuando la Iglesia ora especialmente por el aumento de las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa.

La imagen del Buen Pastor en el evangelio, nos invita a reconocer en el Señor a aquel que nos cuida y nos conduce en la vida, pero también a sentirnos parte de su rebaño. No sólo es el Pastor que guía a su Iglesia, sino que es un Buen Pastor. En esa bondad y belleza del Señor, nos fascinamos una vez más, porque es el buen Pastor que la Iglesia y la humanidad hoy necesitan con urgencia. El Señor da su vida por nosotros, como dice al final del texto dominical: yo doy mi vida por mis ovejas. Es el amor gratuito de Dios por la humanidad, que se entrega con alegría dando sentido a la cruz, y a nuestros propios dolores.

Por otra parte, Jesús dice que él conoce a las ovejas y que ellas lo conocen a Él, es un conocimiento que va más allá de lo meramente intelectual, sino que pasa por un conocimiento afectivo-espiritual. Jesús es maestro en relaciones fecundas y fraternas. El Pastor conoce y ama a sus ovejas y por eso es capaz de dar su vida por ellas, como lo hace Jesús. Hoy en nuestra Iglesia debemos una vez más orar al Señor para que envíe vocaciones sacerdotales, especialmente en nuestra diócesis. Para que los sacerdotes seamos según el corazón de Jesús, Buen Pastor.

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