jueves, 22 de octubre de 2009

Ánimo, levantate, Jesús te llama



Lecturas Domingo 25 Octubre: Jer 31, 7-9;Sal 125, 1-6; Heb 5, 1-6; Mc 10, 46-52.

Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!".
Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Animo, levántate! El te llama".
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".
Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.

Jesús está al centro del relato, se dirige a Jerusalén donde tendrá su entrada triunfal como se lee, en el capítulo siguiente. Jesús va en camino con sus discípulos y mucha gente, van llenos de entusiasmo con el Señor y Maestro. Y aparece este hombre ciego y pobre, que se encuentra fuera del camino, no es parte de este grupo alegre que marcha a la ciudad santa de Jerusalén. La enfermedad, en la mentalidad de la época era signo de pecado, además es pobre porque pide limosna, por lo tanto ( y según también la mentalidad de la época) no ha sido bendecido por Dios, y por eso está fuera. Pero el evangelista Marcos, le da un nombre Bartimeo, hijo de Timeo.

Este hombre reconoce en Jesús al Hijo de David, es decir, al mesías esperado, al que viene a liberar a los oprimidos, reconoce en Jesús al Maestro (Rabbuní). Y a pesar de que los que van con Jesús, pretenden callarlo, apartarlo, impedirle que entre en el camino. Jesús lo llama, esta llamada le transforma su vida, pero también cambia la manera de pensar de los discípulos y de aquellos que van con Jesús, ahora lo animan ha acercarse a Jesús, también ellos son transformados por el Señor y aprenden a no excluir a nadie.

Bartimeo tira su manto, deja aquello que lo protegia, porque confía plenamente que Jesús le dará algo mejor, corre hacia él ante su llamada. Le pide a Jesús poder volver a ver, y Jesús lo sana, recobra la vista y la dignidad, y por su fe, obtiene la salvación. Ahora que Bartimeo ha recobrado la vista , puede ver con mayor claridad las cosas, y opta por seguir a Jesús por su camino, el camino a Jerusalén, que es el camino de la cruz y la Resurrección.

Pidamos también nosotros con fe, que Jesús nos sane de nuestras heridas, que podamos ver con claridad su camino, en donde todos tenemos parte, que no excluyamos nunca a nadie, porque todos estamos llamados a ser felices y a la Vida plena en Dios.

1 comentario:

  1. Gracias Padre Carlos por la reflexión al evangelio, mejor si es para el domingo que viene,...un abrazo,...

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