jueves, 28 de junio de 2012

No temas, basta que creas


Evangelio según San Marcos 5,21-43.

Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva". Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.  

Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias.
Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada". Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?".
Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?". Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad".

Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?". Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas". Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba.

Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme". Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate". En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer. 
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Este domingo se nos ofrece un texto del evangelio (Mc 5,21-43) que nos presenta una doble acción salvífica de Jesús. Por una parte Jairo, un jefe de sinagoga que llega para pedir ayuda por su hija de doce años que agoniza, y una mujer que hacia doce años padecía de hemorragias que los médicos no habían podido sanar.

Mientras van de camino a la casa de Jairo se acerca la mujer enferma y toca el manto de Jesús, sanando de inmediato de su enfermedad. Jesús no sigue de largo, sino que se detiene y pregunta quien lo ha tocado, ante el estupor de los discípulos y el temor de la mujer. Esto lo hace porque Jesús no es un simple hacedor de milagros, Él es el Salvador del mundo y quiere restituir no sólo la salud de la mujer, sino devolverle la dignidad pérdida por su enfermedad que la ha colocado al margen de la sociedad de su época. Pero todo esto se ha logrado por la iniciativa de fe que ella ha tenido al tocar el manto de Jesús: “tú fe te ha salvado”, le reafirma Él.

Todo esto ha demorado a Jesús, y le avisan a Jairo de la muerte de su hija, ¿para qué molestar más al maestro?. Jesús anima al padre consternado: “no temas, basta que creas”. Una vez más la palabra de Jesús apoya la fe de una persona. Hay que creer en Dios, pero por sobre todo creerle a Dios, que se manifiesta en su hijo único Jesucristo, que es el camino que nos conduce al Padre.

Ante tantas propuestas de sentido (o de sin sentido) que hoy se ofrecen al hombre, el evangelio nos vuelve a mostrar la novedad siempre nueva del Dios de Jesucristo, que libera, sana y salva a la humanidad, que nosotros aceptamos con nuestra fe. Buen domingo.

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