viernes, 10 de agosto de 2012

Optar por Jesús


Evangelio según San Juan 6,41-51. 

Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo".
Y decían: "¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo'?"
Jesús tomó la palabra y les dijo: "No murmuren entre ustedes.
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida.
Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.
Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
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En el último censo nos han preguntado por la religión que profesamos, y a partir de estos datos se harán variadas interpretaciones socio-religiosas que serán, sin duda, de gran interés ya que nos entregarán importantes datos de el crecimiento o disminución de las diferentes creencias (o no creencias) y de las distintas iglesias. Sin embargo, no pasará de ser un mero dato estadístico. Lo verdaderamente importante es la fe, y para nosotros los cristianos la fe en Jesús.

El evangelio de este domingo nos relata la discusión entre Jesús y los maestros de la Ley que le contradicen y murmuran en su contra por declararse como el Pan bajado del Cielo (Jn 6, 41-51). Jesús los coloca –y también a nosotros- ante la disyuntiva de optar o no por Él: “El que cree en mí, tiene Vida eterna. Yo soy el Pan de Vida”. La opción creyente por Jesús es una decisión, que es más trascendente que el elegir una religión en la encuesta del censo. Es una opción de vida.

Cada vez que nos acercamos a la Iglesia a pedir un sacramento o asistimos a la celebración de la Misa, deberíamos tener presente esta opción fundamental y no solamente por costumbre o tradición. Hoy, como siempre, la Iglesia necesita hombres y mujeres convencidos en su fe para que puedan ser testigos del Amor de Dios por la humanidad, que no se dejen vencer por los fracasos, y que no busquen el éxito pastoral, sino que seamos siempre buscadores de Dios, en todos los acontecimientos de nuestra vida. Buen domingo.

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