Lectura del santo evangelio según san Juan
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? »
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
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El
discurso sobre el pan de Vida, que seguimos hace ya un par de domingos, entra
en una nueva etapa de polémicas al afirmar Jesús que el pan bajado del Cielo es
el mismo, y que quien come de su carne tendrá vida eterna.
La
gente de su tiempo se quedan a nivel sólo físico y material, no comprendiendo
la profundidad del mensaje de Jesús. El Señor lejos de cambiar su lenguaje,
vuelve a afirmar lo mismo asegurando que quien come de su carne y bebe de su
sangre tendrá vida y vida eterna. Por eso si nosotros que nos decimos discípulos no nos alimentamos de él, podremos hacer y decir muchas cosas,
pero no podemos olvidar sus palabras: “No tendrán vida en ustedes”.
Para tener vida dentro de nosotros necesitamos
alimentarnos de Jesús, interiorizar sus actitudes y sus criterios de vida. Este
es el secreto y la fuerza de la eucaristía. Solo lo conocen aquellos que
comulgan con él y se alimentan de su pasión por el Padre y de su amor a sus
hijos.
Cada vez que comulgamos en la Eucaristía somos partícipes
de la Vida de Cristo que se nos ofrece en su Cuerpo y en su Sangre, en el Pan y
el Vino consagrados. Hoy como católicos nos podemos preguntar sobre nuestra
participación en la Eucaristía. ¿Cómo podemos vivir las promesas de Cristo,
sino vivimos el gran Misterio de la fe que nos dejó como regalo en la
Eucaristía?. Que al reflexionar sobre el texto de Jn 6, 51-59, nos ayude a una
vivencia más profunda de nuestra vida cristiana. Buen domingo.
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