sábado, 4 de julio de 2015

Del pueblo de Jesús a la casa común



Evangelio según San Marcos 6,1-6.




Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa".
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
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Jesús en el evangelio de este domingo(Mc 6,1-6), se asombra ante la poca fe de las personas de su pueblo, a causa de su familia, porque ellos conocían su origen. Una muestra de que sufrió de los prejuicios y pequeñeces en los que muchas veces también nosotros podemos caer. Por esta misma razón pudo realizar muy pocos milagros en su pueblo, según nos relata el evangelio.

Nos escandaliza Jesús, porque se hizo uno de nosotros, se encarnó en el seno de la Virgen María, precisamente para redimir a toda la humanidad. Para muchos lo “espiritual” debería ser ajeno a lo de este mundo, olvidando que este mundo es creación de Dios y debe por lo tanto importar a los cristianos. En esta línea, el Papa Francisco ha sorprendido al mundo con su nueva encíclica “Laudato Si” (Alabado seas), donde nos invita a ser responsables de la casa común, en donde aborda el problema ecológico, como una temática social, con una base de fe.

Dios ama a la humanidad y busca la dignidad de las personas, pero necesita de nuestra colaboración y solidaridad. La justicia pasa necesariamente por el cuidado ecológico de la creación. No podemos quedarnos en pequeñeces, como los habitantes del pueblo de Jesús, sino que alzar nuestra mirada y pensar en el futuro. Que Dios nos bendiga.

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