jueves, 21 de octubre de 2010

Porque quien se alaba, será humillado y quien se humilla será alabado


Evangelio según San Lucas 18,9-14.

Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
"Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.

El fariseo, de pie, oraba así:

'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'.

En cambio el publicano, de pie y manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:

Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'.

Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".
____________________________________________________________________
El texto que nos regala la liturgia para este domingo no sólo es continuación del evangelio del domingo pasado, porque viene seguidamente en la lectura continuada del evangelio, sino porque además mantiene la temática de la oración, aunque desde una perspectiva distinta como veremos a continuación.

La semana pasada Jesús cuenta una pequeña parábola (juez injusto y la viuda insistente), tras una introducción que indica la razón de la parábola, y concluye con una reflexión del propio Jesús a propósito de la misma. Esta semana el esquema es el mismo: introducción breve que explica la razón de la parábola; la parábola; y explicación de Jesús. Como hemos dicho antes la oración se mantiene como tema: el domingo pasado sobre la importancia de la perseverancia en la oración confiada a Dios. Esta semana de cómo debemos presentarnos ante Dios.

Una vez más Lucas nos sorprende con este estilo de contrastes y paralelos en sus personajes e historias. La parábola la dirige Jesús a quienes se tenían por justos y que por lo mismo despreciaban a los demás, que seguramente estaban entre sus oyentes (¿también hoy?). Un fariseo "justo" y un publicano, recaudador de impuestos "pecador" son los personajes de la parábola. Veamos los paralelos y contrastes tal como lo hemos indicado en el texto con colores que explicamos a continuación.

Nótese la diferencia entre la descripción que se hace de la oración de cada uno de los personajes, mientras del fariseo sólo se nombra y se dice que oraba de pie, del publicano se hace una descripción más detallada, donde solamente coincide el hecho de que ambos oran de pie (de rojo). Las tres actitudes del publicano muestran su arrepentimiento y su respeto a Dios. En cambio compensa los pocos detalles del Fariseo con su larga oración (en azul), donde trata de justificarse con el cumplimiento de todo lo que la Ley le pide, la oración del publicano, en cambio, es más corta que la descripción de sus actitudes, sólo busca la misericordia de Dios.

La explicación final de Jesús nos muestra nuevamente la "paradoja" de Dios, tan propia del evangelio de Lucas (el evangelio del Magnificat; Lázaro pobre y el rico; Marta y María; Hijo pródigo; buen samaritano, etc). Un Dios que pone su mirada en los pequeños y humildes, en aquellos que dejan que Dios sea Dios y que no buscan "manipular" a Dios de ninguna forma, ni siquiera con el "cumpli-miento" de la Ley. "Porque quien se alaba a sí mismo, será humillado y quien se humilla será alabado".

Feliz Domingo y una buena semana a todos





3 comentarios:

  1. Bakán el comentario... me gusta la apreciación y el valor de los detalles de los que se sirve Lucas para proclamar el mensaje de Jesús... ocuparé tu reflexión en mi predica de este Domingo... gracias amigo
    pato

    ResponderEliminar
  2. Gracias Pato, Lucas sorprende siempre en su forma de presentarnos a Jesús...me alegra que te sea útil, ánimo en tus estudios

    ResponderEliminar
  3. Dabinson_@hotmail.com23 de octubre de 2010, 16:45

    Cacho que el fariseo le pasa la factura a Dios de sus muchos rezos: diezmos, largas oraciones, ayunos, etc... mientras que el Publicano le pide la factura a Dios para pagarla.
    El fariseo, en vez de confrontarse con Dios y con él mismo, se confronta con el pecador; aquí hay un su vicio religioso radical. El pecador que está al fondo y no se atreve a levantar sus ojos, se confronta con Dios y consigo mismo y ahí está la explicación de por qué Jesús está más cerca de él que del fariseo. El pecador ha sabido entender a Dios como misericordia y como bondad. El fariseo, que no sabe encontrar a Dios, tampoco sabe encontrar a su prójimo porque nunca cambiará en sus juicios negativos sobre él. El publicano, por el contrario, no tiene nada contra el que se considera justo, porque ha encontrado en Dios muchas razones para pensar bien de todos. El fariseo ha hecho del vicio virtud; el publicano ha hecho de la religión una necesidad de curación verdadera.
    Chaolín.

    ResponderEliminar

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: Preparación a la Navidad en tres actos. Domingo 3º...

EL EVANGELIO DEL DOMINGO: Preparación a la Navidad en tres actos. Domingo 3º... :     Yo soy la voz que clama en el desierto. La liturgia ...