sábado, 12 de noviembre de 2011

Dios confía en nosotros


Evangelio según San Mateo 25,14-30.

El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.

Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. 'Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'. Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'.

Llegó luego el que había recibido un solo talento. 'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!'. Pero el señor le respondió: 'Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes'.
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Este domingo la Iglesia celebra el último domingo del tiempo ordinario. Y lo termina con el relato de la parábola de los talentos. Como en todas las parábolas, Jesús nos va clarificando la imagen de Dios y de su Reino. Primero porque el Señor de la parábola es un hombre que confía a sus servidores su bienes mientras está fuera, es verdad que el texto habla de que son servidores, y aún así de la responsabilidad sobre sus bienes. También nosotros debemos ser siervos del Señor, dispuestos a cuidar de sus bienes.

Muchas veces se ha interpretado ésta parábola, pensando en los talentos entregados como capacidades, sin embargo el texto dice que los talentos se entregan según las capacidades de cada uno, es decir las capacidades están. Los talentos eran una moneda de la época de Jesús. El Reino de Dios es un don gratuito que Dios nos regala, pero sin embargo exige de nosotros trabajo y esfuerzo. Dios nos exige según nuestras propias capacidades.

Lo segundo que nos muestra la imagen de Dios en ésta parábola es la promesa que hace al servidor bueno y fiel, que por ser fiel en lo poco se le encarga mucho más, y se le invita a participar del gozo del Señor. Todo nuestro actuar debe estar basado en la confianza en Dios, Él no es un déspota, ni un patrón avaro, sino que es ternura y bondad. Piensa en el bien de todos sus hijos y da a cada uno según sus capacidades. El más grande de los bienes es su propio Hijo: en Él nos entregó un tesoro vivo que no puede ser escondido. Es así como un discípulo no puede permitirse esconder la lámpara hacerla brillar para bien y provecho de todos. Dios confía en nosotros confiemos también nosotros en Él.


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