viernes, 12 de febrero de 2010

El Dios de Jesús: El Dios de los pobres y de la solidaridad


Lecturas: Jer 17,5-8; Sal 1,1-2.3.4.6; 1Cor 15,12.16-20; Lc 6, 17.20-26

Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: "¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!

Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!
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Las bienaventuranzas (y malaventuranzas), que nos presenta el evangelio de Lucas, son distintas a aquellas que aparecen en el capitulo 5 del evangelio de Mateo, sin entrar en demasiados detalles, basta con hacer notar que en Mateo son todas bienventuranzas, en cambio Lucas coloca cuatro bienaventuranzas y en contrapartida, cuatro "malaventuranzas", o "ayes" ("ay de ustedes...). ¿Por qué el evangelista lo ha querido contar de esta forma?.

La narración que inicia la lectura de hoy, nos da cuenta de que Jesús baja a la llanura (¡no sube a un monte como en Mateo!), y llegan a él sus discípulos y una gran muchedumbre: Este detalle es importante porque nos muestra a quien se dirige el mensaje que el maestro está por hacer: a sus discípulos, pero también a la muchedumbre, es decir, a todos quienes quieran escucharlo, los hombres y mujeres de buena voluntad, diriamos en lenguaje moderno.

El mensaje de Jesús, es un mensaje revolucionario que viene a dar un vuelco a los criterios del mundo, viene a decirnos cuales son las opciones de su Padre, Jesús nos viene a mostrar la intimidad de Dios. Notemos que es un contrasentido desde el punto de vista de los criterios de este mundo: ¿cómo pueden ser felices los que sufren, los hambrientos, los pobres o los que son perseguidos?. Es cierto, que vienen acompañadas con sus promesas respectivas, pero que nos envían a un futuro, qué a primera vista podría pensarse solamente en la otra vida.

Sin embargo lo revolucionario del texto, está precisamente en los contrarios de los "ayes", que se corresponden a cada una de las bienventuranzas: "ay de ustedes los ricos, los saciados, los que ríen, los que son alabados...". Pero también aquí podríamos preguntarnos: ¿es que Dios no quiere que seamos felices?, ¿hay que sufrir en esta vida, para gozar de la eterna?. Nada de esto, muchas veces corrientes espiritualistas, haciendo lecturas equivocadas del evangelio, han enfatizado el sufrimiento, por sobre el gozo de la vida que Dios nos regala.

Cuando Jesús proclama sus bienaventuranzas, nos está enseñando las opciones de Dios, que se coloca de parte de los pobres y de los que sufren, no porque esté de acuerdo con el sufrimiento, ni la pobreza, sino para indicarnos un camino a seguir: el de ponerse solidariamente, de parte de los sufrientes. Dios no es neutral frente al sufrimiento y la injusticia en nuestro mundo. Dios opta, toda la escritura nos enseña esta opción de Dios por los débiles. Pero las malaventuranzas, tampoco significan una condena para los ricos, sino más bien un llamado de atención y una advertencia, una posibilidad de conversión: como Zaqueo, que ante el encuentro con Jesucristo se convierte, y hace justicia con quienes ha sido injusto.

El Reino de Dios es para todo quien lo quiera acoger: Jesús nos llama.

Feliz Domingo

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