miércoles, 2 de marzo de 2011

ESCUCHAR Y PRACTICAR


Evangelio según San Mateo 7,21-27.

No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?'. Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal'.

Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
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El sermón del monte que viene acompañando la liturgia, hace ya varios domingos culmina con el texto de hoy que habla sobre la casa construida sobre la roca y la casa construida sobre arena, ejemplos que Jesús coloca en relación a la escucha de la Palabra de Dios. El texto inicia con una sentencia del Señor que sigue siendo válida también hoy: no basta con decir “Señor, Señor”, sino que lo importante es cumplir con la voluntad del Padre Dios, esto quiere decir que lo importante más que hablar mucho de Dios, es vivir según Dios, y las enseñanzas de Cristo.


Dos son las actitudes a considerar para un verdadero seguimiento de Jesús: el escuchar y el practicar. Al comienzo de cada uno de los dos ejemplos que da Jesús, tanto para aquel que contruye la casa sobre arena, como aquel que la construye sobre la roca, los verbos son los mismos, en negativo uno y en positivo el otro: “el que escucha mi palabra y no la pone en práctica…”, “el que escucha mi palabra y la pone en práctica”, hay una directa relación entre escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica, como en escucharla, pero no ponerla en práctica.


Muchas veces uno escucha decir, que se cree en Dios, pero sin participación en la Eucaristía, ni Liturgia, ni Culto de ninguna Iglesia, ¿para qué?, basta con creer en Dios y ser buenos… aunque en principio correcto, no basta: se necesita escuchar la Palabra de Dios, saber comprenderla, interpretarla correctamente, con la ayuda de otros, además de la importancia vital que significa el compartirla con una comunidad eclesial. Pero por otra parte puede suceder que se escuche la Palabra y se particípe en una comunidad, pero falte una verdadera y mayor vivencia de aquello que se escucha, es decir que “se note” que existe una verdadera experiencia de Dios, y una sincera conversión.


Para un verdadero seguimiento de Jesús, debemos por lo tanto jugar con estos dos importantes aspectos que aparecen en el evangelio, con un sano equilibrio entre ambos, la escucha de la Palabra es vital, siempre y cuando nos lleve a una vida verdaderamente acorde a aquello que profesamos, ciertamente no es siempre fácil, pero debe existir un esfuerzo hacia aquella práctica, que a su vez debe estar fundamentada en la sólida roca de la Palabra de Cristo.


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