Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!".
Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Animo, levántate! El te llama".
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".
Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
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Jesús camina hacia Jerusalén, en donde se cumplirán las promesas
de Dios, por eso es un camino hecho con sus discípulos a quienes va instruyendo
para que aprendan a ser buenos discípulos suyos. Todo sirve para ir formando al
grupo, las preguntas mal intencionadas de los fariseos (Mc 10,2-16), una
persona que se acerca a Jesús para preguntarle por la Vida Eterna (Mc 10,
17-30), las discusiones entre los propios discípulos como hemos leído la semana
pasada (Mc 10, 35-45).
Pero ya Jesús está por llegar a Jerusalén, y así como el pueblo de
Dios en el Antiguo Testamento pasó por Jericó derribando las murallas de la
ciudad, así también Jesús pasa por Jericó, pero ahora liberando a un mendigo
ciego de nombre Bartimeo que estaba sentado junto al camino, pidiendo limosnas
(Mc 10, 46-52).
Bartimeo grita pidiendo piedad a Jesús, a quien reconoce como el
Hijo de David: es curioso a este punto que sea el ciego que tenga la capacidad
para “ver”, que ese hombre que pasa por el camino es el Enviado de Dios. Jesús
lo hace venir, y este saltando, se acerca a Jesús, quien tras un corto diálogo
le dice: “tu fe te ha salvado”. Es la fe la que ha hecho que este hombre vea,
no sólo físicamente por la realización del prodigio, sino por sobretodo en el
reconocimiento que ha hecho de Jesús.
Tras las palabras de salvación de Jesús el ciego ve, y termina el
texto diciendo que “lo siguió por el camino”. Aquel hombre que estaba fuera del
camino, sin ver, ahora por su fe se ha salvado y se ha convertido también él,
en discípulo del Señor, siguiéndolo. Hagamos también nosotros el camino de
Jesús, el camino de ser sus discípulos.
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