Cada semana se pasa a prisa, y así los meses, los años, la vida.
“Cada día tiene su afán”, dice el dicho –tomado del evangelio- y cada cierto
tiempo deberíamos preguntarnos: ¿en qué nos esforzamos?, ¿cuáles son nuestros
afanes e intereses?. Ante una sociedad de corte capitalista e individualista el
sabio Qohelet (primera lectura: Ecl 1,2;2,21-23), nos dirá, no sin cierto
pesimismo, ¡Vanidad, todo es vanidad!. Era todo un anti sistémico este autor
del Antiguo testamento.
El Salmo de la liturgia de este domingo (Sal 89), nos indica una
pista en el camino de la vida: La Sabiduría. “Enséñanos a calcular nuestros
años, para que nuestro corazón alcance sabiduría”, es el Señor el que nos sacia
con su Amor y nos da la felicidad, y al tener el corazón y la mente en Él,
nuestras obras serán prosperas.
San Pablo (Carta a los Colosenses 3,1-5.9-11), nos va a animar a
buscar los bienes del Cielo, aquello que no se agota, que no nos será quitado,
vivir en Cristo, con Dios. Despojarnos del “hombre viejo” y de sus obras para
revestirnos del “Hombre nuevo”, que avanza en el conocimiento de Dios.
Finalmente en el evangelio (Lc 12, 13-21), cuando se le acercan a
Jesús para pedirle que sea juez y reparta los bienes entre unos hermanos, él
les advierte del peligro de la avaricia, porque la vida del hombre no está
asegurada en sus riquezas. En un tiempo en que el pueblo alza su voz ante un
sistema injusto y arbitrariamente impuesto (AFP en Chile), que busca la acumulación de las
riquezas de unos pocos frente a la miseria de los pensionados, Jesús nos dice:
“No hay que acumular para sí, sino ser ricos a los ojos de Dios”.
Y cuando encontramos la riqueza de DIOS, todo, absolutamente todo se solucionara. Tratemos y hagamos el esfuerzo de ser mejores cristianos.
ResponderEliminar