Profecía de Habacuc 1, 2-3; 2,2-4
Salmo responsorial 94, 1-2. 6-9
Segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo 1, 6-8. 13-14
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 3b-10
Dijo el Señor a sus discípulos: “Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”, perdónalo”.
Los Apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. Él respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado.
Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”?
¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber””.
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Nuestra fe en Dios y en Jesucristo, muchas veces se puede ver
golpeada y debilitada, por el escándalo en la Iglesia, o también por las
pequeñas cosas del día a día, en nuestras comunidades: discusiones, cinismo,
enemistades, etc. Jesús en el evangelio que escuchamos este domingo (Lc
17,3-10), pone a sus discípulos en alerta sobre estos problemas, y propone el
camino del perdón, que es camino de conversión y de amor. “Si tu hermano se
arrepiente, perdónalo”, dice Jesús, “si siete veces te ofende, y siete veces
vuelve arrepentido, perdónalo”.
Los apóstoles comprenden lo
difícil del camino que Jesús les propone (también hoy nosotros lo podemos
sentir así) y le dicen: “Señor, auméntanos la fe”. Es decir, ayúdanos a
aumentar la confianza en el la fuerza y el poder de Dios en nosotros. Como
escribe san Pablo a Timoteo (2Tim 1,7), el Espíritu de Dios es el que da la
fortaleza, el amor y la sobriedad. La fe es un Don de Dios, que hemos recibido
y debemos reavivar y no dejar que se apague. El justo vivirá por su fe, nos va
a recordar el profeta Habacuc en la primera lectura de este domingo (Hab 1,4).
La fe en Dios y en Jesucristo nos mueve hacia él, pero también nos
conduce por senderos de perdón y de servicio a los hermanos. Las lecturas de
este domingo son un llamado a reavivar el don de Dios que está en nosotros: la
fe. A estar atentos a lo que Él nos quiere decir: “Ojalá hoy escuchen la voz
del Señor” (Sal 94,1). A anunciar su Reino como simples servidores, que no
hacemos más que cumplir con nuestro deber de cristianos.
Gracias padre, muy bueno el comentario y esta instancia de evangelización. Unidos en María.
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