viernes, 27 de marzo de 2020

El camino de la Cuaresma


Los domingos del tiempo de la Cuaresma de este año, son una verdadera catequesis que nos conducen a contemplar a Jesús Resucitado que celebramos cada año la noche de Pascua. El primer domingo de Cuaresma nos recordaba como Jesús derrotaba, tras cuarenta días en el desierto, las tentaciones del Maligno, al colocar a Dios y a su Palabra en el centro. El segundo domingo, la Transfiguración del Señor va a desconcertar a sus discípulos, pero a su vez los ayudará para que también ellos escuchen la voz del Señor. Era una invitación a ser más contemplativos en nuestra vida cristiana.

Desde el tercer domingo de Cuaresma hasta el quinto, tomados del evangelio de Juan, son los signos propios de la liturgia y del contenido espiritual de la celebración Pascual: el Agua, la Luz y la Vida. El domingo tercero: la samaritana, a quien Jesús ofrece el agua que le dará la Vida Eterna; el cuarto domingo: Jesús devuelve la salud al ciego de nacimiento, la luz; y este quinto domingo: la resurrección de Lázaro, la Vida.

Ha sido una Cuaresma distinta la de este año, desde que comenzó, el último miércoles de febrero (con cenizas) a la fecha hemos pasado de ver una enfermedad a la distancia, a verla cada vez más cerca y más mortal, casi a la inversa del camino cuaresmal, visto en las lecturas. Sin embargo esta Cuaresma-Cuarentena que vivimos, empujados tal vez no por el Espíritu Santo, sino por la contingencia, nos lleva al desierto de encontrarnos con nosotros mismos, con  nuestro entorno y con Dios. A vivir y valorar las relaciones con los demás en toda su riqueza. Jesús dice en el evangelio dominical de hoy: ”Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá”. Que esta última semana de Cuaresma que nos conduce a la Semana Santa, nos adentre cada vez más al Misterio de la Pasión del Señor.

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