viernes, 15 de enero de 2021

El Agua es Vida

 Uno de los elementos más preciados para la humanidad, desde siempre, es el agua. La sedentarización de los pueblos nómades pasó (entre otras cosas) por la cercanía del agua: el mar, algún lago o rio. Muchas culturas surgen junto a un río: el Nilo, el Tigris y el Eufrates, etc. El agua es vida, es vital para la supervivencia del ser humano. Hoy pareciera que la humanidad ha ido tomando mayor conciencia de la importancia vital que tiene el agua. No es casual, por lo tanto, que este vital elemento haya adquirido, también, un carácter religioso, especialmente en los ritos de iniciación a la fe y en relación al comienzo de la vida.

El Bautismo, sacramento fundamental en el inicio de la fe, tiene como signo principal el agua. La fuente bautismal, donde reciben el sacramento los neófitos, es bendecida en forma solemne durante la Vigilia Pascual que nos recuerda la resurrección de Cristo. El agua es signo de una realidad espiritual más profunda: la vida nueva en Cristo.

Ya Juan Bautista, como nos recuerda el relato bíblico, había ido al desierto junto al rio Jordán a bautizar con el agua de aquel rio. Aunque su bautismo era sólo para la conversión de los pecados, como él mismo lo proclamaba. Sin embargo, mucha gente acudía al desierto a escuchar la predicación de Juan y a bautizarse con él. Este bautismo servía de preparación para recibir aquel que dará el Mesías: Jesús. El mismo Juan lo anunciaba: “Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo les he bautizado con agua, pero él les bautizará con Espíritu Santo” (Mc 1, 7-8). Para los cristianos el bautismo, es más que una mera formalidad o un simple rito, es la unión del creyente con Cristo que hace nuevas todas las cosas y que través del Bautismo, busca bendecirnos y fortalecernos en el camino de la vida.

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