Cuaresma, otra vez

Hace casi un año desde que estamos en una situación de emergencia sanitaria en nuestro país y en todo el planeta. La pandemia nos ha planteado problemas de todo tipo, desde lo propiamente sanitario, hasta las graves dificultades económicas que muchas familias han sufrido en este tiempo. Junto con esto la incertidumbre y el aburrimiento ante una situación que se prolonga más allá de cualquier pronóstico, ha causado en muchos tristeza, desesperanza y depresión.

Sin embargo, el proceso de vacunación que se está realizando, sumado al hastío por las cuarentenas, y el verano que aún vivimos, puede derivar en que se relajen las medidas de limpieza, de cuidado y los protocolos que cada lugar ha implementado. También el querer volver a la cotidianidad de nuestra vida, con nuestras actividades, clases y celebra y celebraciones religiosas, pueden contribuir a aquello. La Iglesia ha seguido viva, no sólo en las celebraciones virtuales, sino que también en las acciones solidarias de todo tipo, en el acompañamiento a los enfermos y en la oración por nuestros difuntos.

Es cierto que hace ya mucho tiempo no se han celebrado más que Misas a través de la TV, la radio y las redes sociales. Durante el verano importantes festividades religiosas no se han podido celebrar como estábamos habituados: San Sebastián, la Virgen de la Candelaria y Lourdes. Se ha hecho alguna celebración, en algunos sitios, con pequeños aforos y con las medidas sanitarias correspondientes. El miércoles recién pasado, con el inicio de la Cuaresma y la imposición de Cenizas, en varias parroquias los fieles han recibido el “signo de conversión” de la ceniza sobre sus cabezas, también con las medidas pertinentes. Esperamos que la Cuaresma, tiempo de Conversión y Solidaridad, nos regale la paciencia y la esperanza del anhelado retorno físico a nuestras parroquias y capillas, en fase 3.