domingo, 6 de junio de 2021

Corpus Christi


 + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 12-16. 22-25

El primer día de la fiesta de los panes ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”

Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: “¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?” Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario”.

Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.

Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi Cuerpo”.

Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. 

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Este domingo la Iglesia celebra la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo más conocida como la fiesta de Corpus Christi, en que pasado el tiempo pascual y las fiestas de Pentecostés (venida del Espíritu Santo) y la Santísima Trinidad la semana pasada, se recuerda este Misterio tan importante para los católicos como es la presencia real y verdadera de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía.


Revisando los textos dominicales. estos se centran en el sacrificio y la Alianza: Moisés rocía con sangre de terneros, recién sacrificados, al pueblo que ha sellado la Alianza con Dios en el Sinaí (Ex 24, 3-8); en la lectura de la carta a los Hebreos se señala que Cristo es mediador de una nueva Alianza entre Dios y los hombres, por medio de su sangre derramada por nosotros en la cruz, donde entrega su vida para la salvación de la humanidad (Hb 9, 11-15).


Cuando Jesús celebra con sus discípulos la última cena, toma el pan y tras pronunciar la bendición y partirlo se los da diciendo que es su Cuerpo, como anticipo de la entrega que hará luego en la cruz, aquí Cuerpo hay que entenderlo como la totalidad de la persona, y no sólo con la materialidad: Jesús al identificarse con el Pan, expresa la donación total de sí por la humanidad.


Al consagrar el vino del cáliz, consagra su sangre, sangre de la Nueva y eterna Alianza. La sangre es signo de vida en el mundo bíblico. Es entonces, tanto en su Cuerpo, como en su Sangre que Cristo entrega su vida por nosotros y que conmemoramos cada vez que celebramos la Santa Misa, en memoria de Él, como se dice al final de la consagración del Pan y del Vino: “hagan esto en memoria mía”. Para los fieles católicos la comunión del Cuerpo de Cristo y la celebración de la Misa es de suma importancia para su fe.


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