jueves, 16 de octubre de 2014

Fe y Politica


Lecturas: Isaías 45,1.4-6; Salmo 96(95),1.3.4-5.7-8.9-10a.10c; 1Ts 1,1-5b;  

Mateo 22,15-21.  
 
Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones.
Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie.
Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?".
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?
Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos le presentaron un denario.
Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?".
Le respondieron: "Del César". Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios". 
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El evangelio de este domingo, contiene una de las frases más utilizadas de la Biblia: “den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Muchas veces es mal usada esta expresión para decirle a la Iglesia, que no deben meterse en política. Pero, ¿cuál es el contexto donde Jesús dice esta frase?. Fariseos y Herodianos se coluden para poner a prueba a Jesús, porque les comienza a ser molesta su predicación. Le preguntan si pagar o no tributo a Roma. Los fariseos lo rechazaban y los herodianos lo apoyaban. Una u otra respuesta condenaría a Jesús de uno u otro grupo.

Jesús sitúa el planteamiento a un nivel más profundo: Dios y el hombre, el problema de la relación humana con Dios. El Maestro desbarata la malintencionada pregunta de sus adversarios. Con su respuesta recuerda que no hay que mezclar los dos planos, ni la divinización del emperador, ni la injerencia del dominio religioso en el ámbito político. Los perseguidores se asombran y se retiran perplejos.

El mensaje que nos deja Cristo no es de separar nuestra fe de la vida pública, sino que distinguiendo los planos, nuestra vida asuma los compromisos sociales, económicos y políticos que conlleva nuestra fe. No se puede pensar que por buscar la ciudad eterna olvidemos la ciudad terrena; o que por estar en los asuntos temporales, releguemos la fe a ciertos actos de culto, sin compromiso social, como nos lo recuerda el Concilio Vaticano II. La fidelidad al mensaje de Jesús, nos mueve a tomar opciones en la vida cotidiana. Buen domingo.

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