Culmina
este domingo el tiempo pascual, en que la Iglesia recuerda y celebra la
resurrección de Jesús. Este domingo de Pentecostés, se celebra la venida del
Espíritu Santo sobre la primera comunidad de la Iglesia, que estaba en oración junto
a María. Según los textos bíblicos propuestos para la liturgia de este domingo
(Hechos 2, 1-11; Sal 103: 1Cor 12, 3-7.12-13 y Juan 20,19-23), el Espíritu es
el que renueva la faz de la tierra (salmo), y que nos impulsa a reconocer a
Jesús como el Señor (1 Corintios).
Los
apóstoles, según el texto del evangelio, estaban encerrados en la casa por
temor. Muchas veces vivimos también nosotros atemorizados por tantas cosas y
nos quedamos encerrados en nuestras vidas. Jesús aparece en medio de ellos
trayendo su paz, y ellos se llenaron de alegría. En el texto de la primera
lectura de los Hechos de los Apóstoles, los discípulos se llenaron del Espíritu
Santo, que descendió sobre todos y cada uno de ellos, y salieron a hablar a
todos de las maravillas de Dios. El Señor, a través de su Espíritu, se manifiesta
en cada uno de nosotros. Es verdad que hay diversidad de dones, ministerios y
servicios, pero hay sólo un Espíritu, un solo Señor, un solo Dios el que
realiza todo en todos (1Corintios).
La
Iglesia está hoy interpelada por muchas razones y por muchos lados, pero se
siente llamada, a su vez por Dios a anunciar a todos el mensaje de Jesús. Que
podamos en esta fiesta de Pentecostés unirnos en comunidad orante y recibir el
soplo del Espíritu, para llenarnos de valor en la misión que se nos encomienda.
Buen domingo.
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