Evangelio según San Juan 1,35-42.
Estaba Juan Bautista otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios". Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?". "Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo. Entonces
lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón,
el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.
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En el Domingo segundo del Tiempo Ordinario, y tras una semana en
que se ha leído en los evangelios (Marcos en particular) el inicio del
ministerio de Jesús y el llamado de sus primeros discípulos, encontramos en la
liturgia dominical textos que nos evocan a la llamada profunda que Dios hace a
seguirlo de una manera particular. El llamado a los primeros discípulos según
el evangelista Juan, está precedido por el llamado al profeta Samuel (Primera
lectura: 1Sam 3, 3b-10.19), el joven Samuel recibe el llamado de Dios, y con la
ayuda de un guía (Elí), aprende a responder a esta llamada: “habla Señor, que
tu servidor escucha”.
San Pablo hace un ferviente llamado a quienes ya se han
comprometido con el Señor (1Cor 6, 13c-15a.17-20), a mantenerse unidos a Él en
un mismo Espíritu. El cuerpo –dice el apóstol- es Templo del Espíritu Santo,
que habita en nosotros.
Los primeros discípulos se
acercan a Jesús motivados por Juan el Bautista, y quieren saber donde vive
Jesús. “Vengan y verán”, es la respuesta de Jesús, y se quedaron con Él. Es el
llamado a vivir más íntimamente con Jesús, es un llamado a tantos jóvenes a
seguirlo, también en la vida sacerdotal o en la vida religiosa. Seguir a Jesús
más de cerca, consagrando la vida, es una opción real y valedera también hoy
para los jóvenes que buscan un camino en la vida.
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