Vivimos una época en que se van perdiendo los signos, las
instituciones no tienen credibilidad, y se busca sin embargo sentirse
identificado por algo o alguien. Para los cristianos también esto se torna una
búsqueda de mayor identidad de lo propio, pero ¿cuál es el sino distintivo del
cristiano?, el mismo Jesús nos dice que el signo distintivo de sus discípulos
es el amor mutuo, “en esto conocerán que son mis discípulos, en que se amen
unos a otros”, “si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos”.
¿Cómo cumplir con este mandamiento del amor de Jesús?, no es por
cierto una tarea sencilla, hay que poner toda la virtud, las cualidades humanas
que cada uno tiene para ser testigos del amor en el mundo. Pero no basta con nuestro
empeño y nuestras cualidades, éstas deben ser fortalecidas por el Espíritu
Santo de Dios. Por eso Jesús promete a sus discípulos que rogará a su Padre
para que envíe el Espíritu de la Verdad sobre ellos.
En las primeras comunidades cristianas, como lo testimonia los
Hechos de los apóstoles, los discípulos recibían el Espíritu con la imposición
de manos de los Apóstoles, y de esta manera quedaban ungidos para vivir con
valentía su vida cristiana. Hoy también a través de los sacramentos, en
especial de la Confirmación, el cristiano se fortalece en su caminar de fe, en
la unción de los enfermos, éstos se ven perdonados de sus pecados y animados en
su esperanza. Pidamos para nuestra Iglesia un tiempo de mucha unción en el
Espíritu Santo, un nuevo Pentecostés sobre nuestras comunidades.
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