Amor y libertad

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   3, 16-18

Dijo Jesús:

Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

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“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna”(Jn 3,16). Esta frase con la que se inicia el evangelio de este domingo, nos recuerda una Verdad esencial de nuestra fe cristiana: Dios ama tanto al mundo, obra de sus manos, que ha entregado a su propio Hijo Jesucristo para que creyendo en él, tengamos Vida eterna.

Para muchos que desconocen el cristianismo creen que lo más importante en nuestra religión es una serie de prohibiciones que llamamos pecados. Otros, que conocen un poco más, admiran el mandamiento del amor: “ámense unos a otros”. Pero pocos conocen el inmenso Amor que Dios tiene por sus creaturas. Esto es lo primero y fundamental, lo que mueve todo el proyecto de fe cristiana: el saber que Dios nos ama y se entrega por nosotros. Al adherir al proyecto de amor de Dios, se entra en la plenitud de la vida y a la verdadera felicidad.

“Dios no envió a su Hijo al mundo, para juzgar al mundo”, prosigue el evangelio dominical, sino para salvar al mundo. Dios nos ha creado con libertad, y existe la posibilidad de rechazar el plan de Dios y su amor. El evangelio de este domingo nos advierte de esto: “el que cree en Él-dice Jesús- no es juzgado, el que no cree, ya está juzgado” (Jn 3,18). La opción de la fe en el Dios de Jesucristo, es de Amor y de Libertad, es una opción integradora, abierta a los demás y sobre todo atenta a la situación de los más necesitados.