jueves, 13 de agosto de 2020

Dios escucha


Los tiempos que corren son agitados: covid 19, incertidumbre laboral, problemas económicos, etc., y el deseo más profundo de cada uno de nosotros es liberarnos de aquello que nos abruma y nos hace el caminar con angustias y sinsabores. El evangelio de este domingo (Mt 15, 21-28), nos narra el encuentro de Jesús y sus discípulos con una mujer de origen pagano (cananea), que se acerca a ellos para pedir la sanación de su hija. Los constantes gritos de la mujer molesta a los discípulos que piden a Jesús que la atienda para que no los siga molestando con sus gritos. El Señor examina la fe de la mujer, hasta darse cuenta de lo grande y fuerte que es la fe de la mujer cananea.

 

La oración de la mujer: “Señor, Hijo de David, ten piedad de mí”, es un reconocimiento de la divinidad de Jesús, Él es el Señor; por otra parte de que Jesús, tiene el poder para sanar y liberar a su hija, ya que es el descendiente del rey David; la mujer pide que tenga piedad, no lástima de su hija, sino que la salve como lo ha prometido el profeta Isaías (1ªlectura), quien exige que se observe el derecho y que se practique la justicia, también para los extranjeros. Jesús atiende y sana a la hija de la cananea y de paso enseña a sus discípulos sobre la importancia de la misericordia.

 

También hoy no debemos perder la fe de que nuestros gritos ante la desesperanza que se vive, llegan al cielo y son escuchados por el Dios de la Vida y de la Paz. San Pablo a los Romanos, ratifica que todas las personas y todos los pueblos gozan de la Misericordia de Dios (Rom 11, 13-15.29-32). Buen domingo.


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