viernes, 15 de octubre de 2021

¿Los primeros puestos?: Sinodalidad y Discernimiento




EVANGELIO

El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 35-45

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.

Él les respondió: ¿Qué quieren que haga por ustedes?

Ellos le dijeron: Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria.

Jesús les dijo: No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé y recibir el bautismo que Yo recibiré?

Podemos, le respondieron.

Entonces Jesús agregó: Ustedes beberán el cáliz que Yo beberé y recibirán el mismo bautismo que Yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados.

Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: Ustedes saben que aquéllos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.

Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.

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Dos discípulos le piden a Jesús ocupar los primeros puestos (Mc 10, 35-45) en el reino anunciado por el mismo Jesús. Es fuerte pensar que justo antes de esta petición, Jesús ha anunciado por tercera vez su Pasión, o sea, es un contraste entre la cruz de Jesús y los deseos de poder de sus discípulos. Contrasta aún más la forma de hacer la petición: "queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir", porque es lo contrario de un discípulo que busca seguir a Jesucristo, que está a la escucha de su Palabra, que está disponible a la voluntad del Padre, ellos no sólo buscan los primeros puestos, sino que además quieren imponer su propia voluntad.

Jesús responde con una afirmación:"No saben lo que piden". No han hecho los discípulos una reflexión profunda, no han hecho un discernimiento sobre lo que significa seguir al Señor, no han logrado captar el mensaje de Jesús, a pesar de llevar ya un tiempo de seguimiento junto a él.

Debemos asumir el destino de Cristo a través del bautismo y de la Eucaristía (beber su Cáliz), que nos colocan en el verdadero seguimiento de Jesús, que no es el de los "primeros puestos", sino que es un camino de humildad y servicio. Aquí quedan reflejados el modo de pensar y hacer del hombre y de Dios, mientras el primero busca grandezas, glorificación y auto exaltación, basados en la soberbia y el orgullo. Dios se abaja, se humilla desciende a nosotros, en la creación, la encarnación y el Misterio Pascual.

Este es el camino que la Iglesia quiere retomar, especialmente en estos tiempos en que se quiere profundizar en el ”caminar juntos como Pueblo de Dios”, integrando a todos y aunando esfuerzos y acciones en la Misión (sinodalidad) y con el ejercicio comunitario de descubrir los signos de los tiempos, a partir de la Palabra de Dios (discernimiento).

domingo, 3 de octubre de 2021

A imagen de Dios


Ha finalizado hace unos días el mes de septiembre, en que la Iglesia celebra el Mes de la Biblia, ya que el día 30 de septiembre se conmemora a san Jerónimo quien fue el que tradujo la Biblia de las lenguas originales (hebreo y griego) al latín, idioma que en ese tiempo (siglo V), era el se utilizaba en forma masiva. Sigue siendo una tarea fundamental la de seguir traduciendo a lenguajes modernos la Palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura. Dios se comunicó con el ser humano, a través de palabras humanas, y en el culmen de la revelación la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros: en su Hijo Jesucristo.

Sin embargo, al revelarse en “palabras humanas” estas deben ser correctamente interpretadas, colocándolas en su contexto histórico y tomando en cuenta los géneros literarios en que cada libro bíblico fue escrito. Muchas veces se ha incurrido en graves distorsiones y abusos por una mala interpretación de los textos bíblicos, como puede ser una lectura”literal” de lo que ahí se lee.

Este domingo, sin ir más lejos, la liturgia dominical nos ofrece textos que nos hablan de la creación del ser humano y de la relación que debe existir entre ellos (Génesis 2; Mc 10, 2-16): el relato de la creación del ser humano en el Libro del Génesis aparece en dos versiones distintas: la primera, en que una vez creado todo, Dios crea al ser humano “a su imagen y semejanza. Macho y hembra los creó” (Gn 1,26-27) y la segunda versión que es la que aparece en la Liturgia de este domingo: Dios crea al hombre y de él saca una costilla para crear otro ser humano: sólo desde ahí el texto hace la diferencia entre varón-mujer. Sin embargo ambas versiones son complementarias y quieren revelar que Dios ha creado al ser humano a su imagen y semejanza, en igualdad de dignidad. Es lo que Jesús refuerza con sus discípulos en el evangelio, protegiendo a la mujer de los abusos que se cometían por una mala interpretación de la Ley de Moisés.

domingo, 19 de septiembre de 2021

La Patria justa y buena



La credibilidad de las instituciones en nuestro país se han ido debilitando cada vez más por razones que todos conocemos, así lo ha revelado la encuesta CEP publicada esta semana. La desconfianza se apodera de las personas producto de los engaños y las mentiras. Por otra parte un clima de violencia y división parece a ratos dominar las esferas políticas que deberían estar llamadas al diálogo y al entendimiento. Nos dice el apóstol Santiago en la segunda lectura de hoy: “donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad” (St 3,17). El mismo apóstol se pregunta más adelante:”¿de dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes?”, el mismo se responde, de la ambición.


El camino de Jesús es distinto a los caminos del mundo, aunque muchas veces también la Iglesia ha perdido el sendero del Evangelio, con situaciones y actitudes propias del espíritu del mundo y no del Espíritu Santo de Dios. También los primeros discípulos de Jesús no comprendían plenamente el mensaje de su maestro (Mc 9,30-37), y seguían discutiendo entre ellos quien era el más importante. Jesús le enseña:”el que quiera ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos” y para graficar aún mejor el mensaje que les quería transmitir, toma un niño y les dice:”el que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado”. Los niños en esa época no era considerados importantes, ni tenían mucha relevancia en las decisiones, por esta razón este signo debe haber llamado mucho la atención a los suyos.


La propuesta del Evangelio sigue estando hoy vigente como en los tiempos de Jesús. Más que nunca se necesita de la sabiduría que viene de la Palabra de Dios, como insiste el apóstol Santiago:”la sabiduría que viene de lo alto […] es pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien”. Las fiestas patrias que celebramos sea un motivo de buscar aquello que nos une y no lo que nos separa, para buscar entre todos construir la Patria justa y buena para todos. Como dijeron nuestros obispos hace ya muchos años: “Chile tiene vocación de entendimiento y no de enfrentamiento”. Felices fiestas patrias.

domingo, 18 de julio de 2021

La Com-Pasión de Jesús


 

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 30-34

Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Él les dijo: Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.

Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

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En el evangelio del domingo anterior, Jesús llama y envía a los Doce apóstoles para invitar a la gente a la conversión y los envía con el poder del Espíritu Santo. El texto de este domingo (Mc 6,30-34) ellos regresan y cuentan al Señor lo que habían hecho y enseñado, regresaban cansados porque era mucha la demanda de la gente y no habían tenido tiempo ni para comer. Jesús los invita entonces a ir a un lugar apartado para poder descansar un poco. Se compadece del cansancio de los suyos y quiere tener tiempo y espacio para compartir con ellos su experiencia misionera.


Sin embargo la multitud se da cuenta que han partido hacia otro lugar y deciden ir donde ellos van, incluso llegando con anticipación al lugar donde se dirigían. Podemos imaginar que los cansados discípulos que esperaban descansar un poco al ver a esta gente, quedaron abrumados y pensando: ¿qué hará Jesús?.


El texto de Marcos lo expresa así: “Al desembarcar, Jesús vio una gran multitud y se compadeció de ella, porque estaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles durante un largo tiempo”. Jesús sabe del cansancio de sus apóstoles, pero su corazón compasivo se abre también a las necesidades de la multitud que lo reclama. ¡Cuanta necesidad de la compasión de Jesús, necesita nuestro mundo!. Jesús sabe que sus discípulos no han tenido tiempo para comer y que deben saciar su hambre, pero también sabe que la multitud tiene necesidad del Pan y de la Palabra. El texto que sigue al que se lee este domingo será precisamente la multiplicación de los panes, con el mandato a sus apóstoles: “denles ustedes de comer”.


Nuestro mundo de hoy también pasa por muchas necesidades y sabemos que Cristo es quien sacia la sed y el hambre más profundas del ser humano. “Cristo es nuestra paz”, nos dirá san Pablo en la segunda lectura de hoy (Efesios 2, 13-18), “Él nos reconcilia con Dios, mediante la cruz, ya que vino a anunciar la paz a quienes estaban lejos y también a los que estaban cerca, porque por medio de Él, unos y otros podemos acercarnos al Padre en un mismo Espíritu”.

domingo, 20 de junio de 2021

Jesús con nosotros


 + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 4, 35-41

Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: Crucemos a la otra orilla. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.

Lo despertaron y le dijeron: ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?

Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio! ¡Cállate! El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.

Después les dijo: ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe? Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros:

¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?.

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El evangelio de este domingo (Mc 4, 35-41) nos presenta a Jesús que invita a sus discípulos a cruzar a la otra orilla del lago. Esta invitación, es un llamado a ir más allá de lo que se está haciendo y viviendo, es un aventurarse con Jesús a cruzar el mar de los miedos e inseguridades. Jesús está con ellos al cruzar, en medio del fuerte temporal que se desata. Es verdad que Jesús dormía mientras arreciaba el temporal, pero estaba con ellos, y esto es lo importante.


Atemorizados los discípulos despiertan a Jesús, pensando que a él no le importaba lo que estaba sucediendo. Después de calmar la tempestad, Jesús les pregunta: “¿por qué tienen miedo?, ¿por qué no tienen fe?”. La pregunta de Jesús a sus discípulos de ayer, es la misma a los discípulos de hoy, y de siempre. La palabra de Dios tiene esa capacidad de traspasar el tiempo y el espacio teniendo la misma fuerza transformadora del principio.


La Iglesia y los creyentes de hoy estamos invitados a cruzar a la otra orilla, con Jesús, aunque muchas veces parece que él duerme, debemos tener la confianza que él va con nosotros en la barca de nuestras vidas. Sabemos que Jesús calmará las tempestades que nos azotan, que tranquilizará las olas que impiden que avancemos en nuestra vida de fe. Que nunca dejemos de asombrarnos por lo que el Señor puede hacer por nosotros. Tengamos confianza en Jesús, él va con nosotros aunque a veces pareciera que duerme.

domingo, 13 de junio de 2021

La semilla del Reino de Dios



 + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 4, 26-34

Jesús decía a sus discípulos:

El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha.

También decía: ¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra.

Y con muchas parábolas como éstas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

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La misión que tenía Jesús cuando vino al mundo es por sobre todo a “evangelizar”, es decir a anunciar la Buena Noticia (evangelio, significa “buena noticia”). Esta Buena Noticia es el Reino de Dios (o de los Cielos). Todo lo demás está en función de esta gran misión que vino a desarrollar y de la cual la Iglesia es continuadora.


Jesús les explicaba a sus discípulos sobre el Reino de Dios con parábolas, esto es con pequeñas historias o comparaciones que explican esta realidad central del mensaje de Jesús. En el texto del evangelio de este domingo Jesús les dice dos parábolas (Mc 4, 26-34), una en la que compara el reino de Dios con una semilla sembrada en la tierra y que tiene su crecimiento lentamente, y que luego da su fruto; en la segunda parábola compara el reino de Dios con un grano de mostaza. Ambas parábolas hacen referencia a lo pequeño. Son curiosas estas imágenes que nos presenta el Señor, ya que podría pensarse que el reino de Dios tendría que venir en algo espectacular y asombroso, y sin embargo las parábolas del reino nos evocan la pequeñez. La opción de Jesús por los pequeños, los pobres y los marginados.


También hoy para los cristianos, nuestras opciones deben ser siempre los más humildes y los pequeños de la sociedad. En las medida que somos fieles a las opciones de Dios, el crecimiento del reino de Dios será con la tranquilidad y la fortaleza de la pequeña semilla sembrada en el campo que luego produce buenos frutos, o como el grano de mostaza que siendo la más pequeña semilla luego se transforma en la más grande hortaliza del huerto y los pájaros se acogen bajo sus ramas.


domingo, 6 de junio de 2021

Corpus Christi


 + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 12-16. 22-25

El primer día de la fiesta de los panes ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”

Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: “¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?” Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario”.

Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.

Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi Cuerpo”.

Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. 

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Este domingo la Iglesia celebra la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo más conocida como la fiesta de Corpus Christi, en que pasado el tiempo pascual y las fiestas de Pentecostés (venida del Espíritu Santo) y la Santísima Trinidad la semana pasada, se recuerda este Misterio tan importante para los católicos como es la presencia real y verdadera de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía.


Revisando los textos dominicales. estos se centran en el sacrificio y la Alianza: Moisés rocía con sangre de terneros, recién sacrificados, al pueblo que ha sellado la Alianza con Dios en el Sinaí (Ex 24, 3-8); en la lectura de la carta a los Hebreos se señala que Cristo es mediador de una nueva Alianza entre Dios y los hombres, por medio de su sangre derramada por nosotros en la cruz, donde entrega su vida para la salvación de la humanidad (Hb 9, 11-15).


Cuando Jesús celebra con sus discípulos la última cena, toma el pan y tras pronunciar la bendición y partirlo se los da diciendo que es su Cuerpo, como anticipo de la entrega que hará luego en la cruz, aquí Cuerpo hay que entenderlo como la totalidad de la persona, y no sólo con la materialidad: Jesús al identificarse con el Pan, expresa la donación total de sí por la humanidad.


Al consagrar el vino del cáliz, consagra su sangre, sangre de la Nueva y eterna Alianza. La sangre es signo de vida en el mundo bíblico. Es entonces, tanto en su Cuerpo, como en su Sangre que Cristo entrega su vida por nosotros y que conmemoramos cada vez que celebramos la Santa Misa, en memoria de Él, como se dice al final de la consagración del Pan y del Vino: “hagan esto en memoria mía”. Para los fieles católicos la comunión del Cuerpo de Cristo y la celebración de la Misa es de suma importancia para su fe.


domingo, 30 de mayo de 2021

Estaré con Ustedes



 + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 28, 16-20

Después de la Resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía dudaron.

Acercándose, Jesús les dijo: Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que Yo les he mandado. Y Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.

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La lectura del evangelio que se leerá este domingo, es la finalización del evangelio de Mateo (Mt 28, 16-20). Jesús resucitado convoca a sus discípulos a Galilea, el lugar donde había comenzado su misión. Ellos se postran delante de él reconociéndolo como su Señor y Mesías, “incluso los que habían dudado”. Esos discípulos habían acompañado a Jesús en su misión y que lo habían abandonado en la cruz, pero que a su vez había sido testigos de su resurrección, ahora lo reconocen como el Señor a pesar de sus dudas. La fe es el coraje de tener dudas. No hay que temerle a las dudas, sino más bien al miedo. El miedo es lo contrario a la fe.


A esos discípulos que estuvieron con él, con sus fortalezas y debilidades, Jesús los envía a ser sus misioneros: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos: bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. El mandato de evangelización sobre esta primera comunidad cristiana, se mantiene vigente hoy en donde “dos o tres estén reunidos en el Nombre de Jesús”. La misión no es individual, aunque muchas veces pueda estar un discípulo-misionero solo. Siempre la misión es comunitaria, siempre es la Iglesia la que evangeliza. “Enséñenles a cumplir lo que yo les he mandado” insiste el Señor. La misión no está guiada por caprichos personales o por modas pasajeras, sino que debe ser fiel a lo que Jesús enseña en sus evangelios.


El texto de este domingo finaliza (y con él todo el evangelio de Mateo) con una frase esperanzadora para sus discípulos de ayer y de hoy: “sepan que Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos”. La presencia del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia es la esperanza que mueve a toda la comunidad a seguir evangelizando el mundo. Partimos de la certeza de la presencia del Señor en medio de nosotros, Él no nos ha dejado solos, sino que sigue presente en su Iglesia y en cada una de sus comunidades.

domingo, 23 de mayo de 2021

¿Qué es Pentecostés?


 

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 19-23

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: ¡La paz esté con ustedes!

Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.

Jesús les dijo de nuevo:

¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes.

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió:

Reciban el Espíritu Santo.

Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.

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Este domingo celebramos con gran alegría la solemnidad de Pentecostés, pero ¿qué es Pentecostés?: es la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia, cincuenta días después de la Pascua. Pentecostés es la fiesta de la Iglesia, del nacimiento de la Iglesia, el grupo de seguidores de Jesús reciben el Espíritu Santo y movidos por él son enviados a proclamar la buena noticia del evangelio de Jesús.

En el evangelio de este domingo (Jn 20, 19-23)
los discípulos están con las puertas cerradas por temor. Esto nos hace pensar en las muchas veces, cerramos nuestras puertas y nuestros corazones por temor, temor al mundo, temor a la enfermedad, al dolor, temor a hacer el bien. También cada uno de nosotros podemos cerrar nuestras vidas, a los demás y a la acción del Espíritu en nosotros. Pero la renovación no viene de nosotros, es Jesús quien traspasa nuestras barreras y nuestra cerrazón, Él abre nuestros corazones estrechos, Él es quien agranda nuestro corazón para que podamos recibir el Espíritu Santo con sus Dones y nos sale al encuentro, así como lo hizo con los discípulos.

D
ice el texto que “los discípulos se llenaron de alegría, cuando vieron al Señor”. El encuentro con Jesús Resucitado da plenitud a la vida de cualquier persona. Por eso la alegría es un signo característico del cristiano, pero es una alegría interior que viene de la convicción de algo que no le será arrebatado: la fe, la esperanza y el amor.

El Señor sopla sobre sus discípulos para darles el Espíritu Santo, es a través de Jesús que la comunidad recibe la fuerza del Espíritu. No perdamos la confianza en la acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en el mundo, debemos tener fe de que la historia está guiada por el Espíritu que sopla y sigue soplando en la humanidad. Esto es la fiesta de Pentecostés: abrir la mente y el corazón a la acción de Dios en nosotros.

sábado, 15 de mayo de 2021

Cielo y Tierra




+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos   16, 15-20

Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo:

Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.

Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán.

Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.

Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

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Este fin de semana nuestro país vive un clima eleccionario una vez más. Al final de esta jornada dominical se hablará de vencedores y derrotados, sin embargo unos y otros tenemos la misión de seguir construyendo y trabajando por nuestra tierra y sus habitantes. Pasado el tiempo eleccionario, esperamos que venga el tiempo del diálogo. El Papa Francisco en su última Encíclica “Fratelli Tutti” habla sobre la importancia de dialogar para encontrarnos y ayudarnos: “entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo” (FT 199). El auténtico diálogo social supone respetar el punto de vista del otro. La participación en la comunidad política en la que vivimos es una responsabilidad y una obligación moral para los cristianos, que aunque sabemos que el Reino de Dios no es de este mundo, sin embargo estamos comprometidos con las realidades sociales, con la justicia y con la paz, en especial de los menos favorecidos.


Los discípulos de Jesús habían compartido durante cuarenta días con el Señor resucitado después de su Pasión. Durante este tiempo les había hablado del Reino de Dios y los preparó para la misión que tendrán después. El domingo de la Ascensión, fiesta que celebramos este domingo, sin embargo quedaron confundidos con respecto a lo que vendría, cuando se despidió de ellos y “subió a los cielos”. Los discípulos pensaban que es el era el momento en que Jesús iba a restaurar el reino (Hechos 1,6), pero Jesús asciende al Cielo y les promete la fuerza del Espíritu Santo que los ayudará para continuar con el anuncio del Evangelio. Ellos se quedaron mirando al Cielo sin entender todavía lo que el Señor les había dicho, pero se les invitará a no quedarse mirando el Cielo, sino a seguir la Misión de Jesús en la tierra, que aunque no es la realidad definitiva, prefigura el reino eterno de Dios al cual estamos llamados (Mc 16, 15-20; Hch 1,1-11). El mundo es siempre una posibilidad y una responsabilidad para quienes creemos en Cristo.


San Pablo (a los Efesios 1,17-23) agradece a Dios y pide por sus comunidades que viven en la esperanza de Cristo, pero inmersos en la vida de este mundo. Hacemos nuestra aquella oración que él hace por esa comunidad concreta:”el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda el espíritu de sabiduría y de revelación para un conocimiento profundo de él. Que Dios ilumine los ojos de su corazón, para que sepan cuál es la esperanza a la que él los llama”.


 

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