Is 42,1-4.6-7; Sal 29(28),1-2.3-4.9-10;Hech 10,34-38; Mt 3,13-17.
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Este domingo continuamos con las celebraciones asociadas al nacimiento de Jesús: Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad del Bautismo del Señor, ésta nos recuerda aquel episodio bíblico en que Juan Bautista recibe junto al rio Jordán a Jesús que llega donde él estaba bautizando.
Podemos ver aquí dos actitudes, la de Jesús y la de Juan. Jesús acude desde Galilea al lugar donde Juan Bautista realizaba su actividad misionera de bautizar para el perdón de los pecados y anunciaba la llegada del Mesías. La actitud de Jesús es de humildad, al acudir a donde iba el pueblo arrepentido a recibir el bautismo de Juan, sin tener necesidad de hacerlo. Por su parte Juan, recibe con asombro la petición de Jesús: “soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti”, exclama el profeta, también con humildad al reconocer al enviado de Dios que llega a su encuentro.
Ambos están movidos por el mismo Espíritu de Dios, y buscan realizar la voluntad del Padre Dios, según la misión encomendada a cada uno. Juan entiende que debe hacer lo que Jesús le pide, para que se cumpla el designio de Dios, no porque necesite de una purificación de sus pecados, ya que es él quien viene a liberarnos de nuestros pecados, sino que haciéndolo da validez a la predicación de Juan, y anuncia la solidaridad con los pecados de su pueblo que viene a salvar.
La manifestación gloriosa que se produce al momento del bautismo de Jesús, va desvelando el misterio de su presencia y de su misión en el mundo. El Cielo abierto, nos muestran la total aceptación de Jesús a la voluntad de Dios Padre que lo reconoce como su Hijo predilecto, y que queda ratificada en el descenso del Espíritu Santo, en forma de paloma. Es por eso que este texto es considerado un texto trinitario, porque en el bautismo simbólico del Hijo, se manifiesta el Padre, con la apertura de los cielos, y con la presencia del Espíritu Santo, en forma de paloma.
Que sepamos también nosotros tener la humildad de Juan Bautista de aceptar la voluntad de Dios y de ser disponibles a su servicio y de anunciarlo al mundo. Que podamos abrirnos a la experiencia trinitaria de Dios Amor, que abre su misterio divino en su Hijo, para que nosotros tengamos vida abundante y plena.
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