viernes, 13 de marzo de 2015

La luz de la Verdad

Evangelio según San Juan 3,14-21.



Dijo Jesús:
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.
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Celebramos este domingo el Cuarto domingo del tiempo de Cuaresma, que nos acerca a la Semana Santa. Las lecturas de la Misa, nos ayudan a optar cada vez más por Cristo, reconociendo lo que ha hecho por nosotros. Ya en tiempos del pueblo de Israel, ellos descubren como Dios los acompañaba en las vicisitudes de la historia (2Cro 36, 14-16.19-23). Pero la prueba más grande del amor y de la misericordia de Dios se revela en Jesucristo, como nos lo recuerda el evangelista Juan: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todos lo que crean en Él, tengan Vida eterna”(Jn 3,14-21). Aceptar el amor de Dios, significa optar por Cristo y su evangelio, consiste en abrazar la verdad y ser por lo tanto hijo de la luz, rechazando el mal y las tinieblas.

En un tiempo en que la corrupción, la violencia y la mentira, pareciera que envolvieran nuestro mundo y sociedad, nuestra mirada creyente se debe volcar con mayor confianza en Jesucristo, Camino, Verdad y Vida. Acercarse a Jesús, se debe traducir en cambiar de conducta, de manera de ser transparente tanto en la esfera personal, como en las instituciones. Jesús nos dice: “Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor que sus obras sean descubiertas”.

San Pablo dirá a los cristianos de Éfeso que en su gran misericordia, Dios nos hizo revivir en Jesucristo (Ef 2, 4-10). Nosotros los cristianos debemos ser luz en el mundo, ya que fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras. Pidamos a Dios para que nos ayude a vivir siempre conforme a la Verdad del Evangelio. Buen domingo.

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