En
1972 se estrenó una pelicula chilena llamada “Ya no basta con rezar” y que ha
trascendido por sobre todo por un afiche que mostraba a un sacerdote a punto de
lanzar una piedra. La pelicula tenia como telón de fondo las movilizaciones
sociales de fines de los años sesenta. Sin embargo, el fondo de la historia
tiene que ver con la postura que los católicos tomamos frente a lo que sucede
en el mundo y en nuestra sociedad. Hoy
la liturgia nos recuerda la solemnidad de la Ascensión al Cielo de Jesús, y se
podría pensar que la fe nos debe hacer mirar al “Cielo”, olvidando la
contingencia social y política.
En
el texto de los Hechos de los Apóstoles (1,1-11), que se lee como primera
lectura, dice que ellos se quedaron “mirando el cielo”, y unos personajes (ángeles?),
les dijeron: “¿ por qué siguen mirando el Cielo?”. Jesús les pide que anuncien
la conversión de los pecados, que no
tengan miedo porque serán revestidos de la fuerza del Espíritu Santo. Ellos
–nos dice Lucas (24,53)- volvieron a Jerusalén con gran alegría. Volver a la
ciudad significa, volver y hacer presencia y testimonio del Resucitado.
La
fiesta de la Ascensión ¿nos invita a seguir rezando?, claro que sí, y mucho
más, pero no para abstraernos de la realidad, para resignarnos ante la
violencia, la corrupción y la mentira, sino para tomar fuerza para seguir
trabajando por un mundo mejor. Por eso nos importa lo que sucede en nuestro sur
de Chile: en la Araucanía y en Chiloé. Para que de una vez por todas se
dialogue y no se reprima las demandas de un pueblo cada vez más cansado y
decepcionado, pero que resucita en su organización y en su lucha. Que el Señor
fortalezca la esperanza de su pueblo.
Que interesante, se imagina si el padre Hurtado, Don Juan Bosco, Sor Teresa de Calcuta, Padre Leon Deon, por ejemplo se hubieran conformado solo con rezar, orar. No, ellos demostraron que el cristiano debe aprender a defender sus deberes y derechos, a anunciar y denunciar....etc. Que pobre seria nuestra vida, nuestra creencia, si nos conformamos con aceptar injusticias, con silenciar nuestros derechos de ciudadanos, nuestros derechos a vivir libres como Dios nos creo. Un gran abrazo fraterno! Cecilia Polanco N.
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