En este segundo domingo del tiempo Pascual el evangelio de Juan(Jn 20,19-31) nos habla del miedo, la paz, la comunidad, la misión y la fe. El grupo de los discípulos de Jesús, está escondido por miedo y no salen de su casa, sino más bien se aseguran de que todo esté cerrado. Están seguros entre ellos, y se quedan ahí sin moverse. Pero ser discípulo de Jesús, es justamente lo contrario: ser discípulo significa ser valiente, ponerse en movimiento y salir de las propias seguridades para anunciar a los demás la experiencia de Jesús. Pero para esto necesitamos el aliento del Espíritu del mismo Señor Resucitado, sin la fuerza y la paz que vienen de él, no podremos abrir nuestras puertas, ni lanzarnos a la misión de anunciar la Buena Noticia de su evangelio.
"Paz a ustedes", repite por tres veces Jesús en este evangelio, dándoles fuerza y entusiasmo a sus discípulos, y con el soplo del Espíritu que infundió sobre ellos les dió el poder de liberar a sus hermanos del yugo del pecado y de la muerte, haciéndolos misioneros y testigos. La Paz que nos da Jesús Resucitado, viene de la certeza de sabernos acompañados por Dios, esa paz que tanto necesitamos en este tiempo y que nace en el corazón humano. Como decía el Papa Juan Pablo II: “La paz del corazón, es el corazón de la paz”. Tomás que no se encuentra en ese momento, no creerá en el testimonio de sus hermanos, pero Jesús cuando "ocho días después" aparece con la misma "paz" en medio de los suyos, le reprocha a Tomás su falta de fe en Él y en el testimonio de su comunidad. Jesús está en medio de su comunidad para traer la paz y la fe a todas las comunidades que se reúnen en su Nombre. También ahora, cuando muchas veces nuestras comunidades sólo pueden hacerlo virtualmente. Ya vendrá el tiempo de encontrarnos.
"Paz a ustedes", repite por tres veces Jesús en este evangelio, dándoles fuerza y entusiasmo a sus discípulos, y con el soplo del Espíritu que infundió sobre ellos les dió el poder de liberar a sus hermanos del yugo del pecado y de la muerte, haciéndolos misioneros y testigos. La Paz que nos da Jesús Resucitado, viene de la certeza de sabernos acompañados por Dios, esa paz que tanto necesitamos en este tiempo y que nace en el corazón humano. Como decía el Papa Juan Pablo II: “La paz del corazón, es el corazón de la paz”. Tomás que no se encuentra en ese momento, no creerá en el testimonio de sus hermanos, pero Jesús cuando "ocho días después" aparece con la misma "paz" en medio de los suyos, le reprocha a Tomás su falta de fe en Él y en el testimonio de su comunidad. Jesús está en medio de su comunidad para traer la paz y la fe a todas las comunidades que se reúnen en su Nombre. También ahora, cuando muchas veces nuestras comunidades sólo pueden hacerlo virtualmente. Ya vendrá el tiempo de encontrarnos.
Hoy vivimos una situación que nos ha cambiado nuestros rutinas y quehaceres rutinarios, ha confinado a muchos a sus casas, tal vez con el mismo miedo que tenían los discípulos. Nos ha impedido reunirnos como familias y también como comunidades eclesiales, que responsablemente hemos suspendido reuniones y Liturgias (misas) con público masivo. Pero que no ha impedido el impulso misionero que el Espíritu Santo llevó a los primeros cristianos ha llevar el mensaje de Jesús a todo el mundo.
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