sábado, 4 de julio de 2020

Humilde Sabiduría



En el evangelio de este domingo (Mt 11,25-30) Jesús da gracias al Padre Dios, porque ha revelado a los pequeños el mensaje del Reino, y se lo ha ocultado a los sabios y entendidos. Esto después que sus discípulos regresan de la Misión de evangelización a la que los había enviado. Nos podríamos preguntar, ¿por qué Dios quiere ocultar a los “sabios” y “entendidos”, aquello que a los pequeños revela?. Aclarar que los “sabios” a los que se refiere Jesús, son los fariseos de su tiempo, que aplastaban a los demás con sus leyes y los “entendidos”, eran los astutos en los negocios de este mundo.

Lo cierto es que el evangelista trata de resaltar la idea de la humildad mostrando los opuestos, al decir que a los “sabios” se les oculta el mensaje, está pensando en aquellos que se querían apropiar del mensaje de Dios y esclavizaban a los demás, por lo que la humildad se transforma en una condición necesaria para acoger el Reino de Dios. El mensaje de Jesús es para todos, sin embargo, para poder acogerlo y vivirlo debemos ser humildes y reconocer que estamos siempre necesitados de conversión. Por eso dice Jesús: “mi yugo es suave y mi carga ligera”, para liberar a aquellos que lo seguían de las pesadas cargas, con que los “sabios” y “entendidos” de ese tiempo agobiaban a su pueblo.

La humildad, no significa creer que no servimos, tampoco significa una tener baja autoestima, sino que es aceptarse maduramente con nuestras virtudes y nuestros defectos. Jesús quiere que nos acerquemos a Él con humildad y con la verdad de lo que somos, “vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, porque Yo los aliviaré”. No temamos de acercarnos a Dios, y aprendamos del mismo Jesús, que es “manso y humilde de corazón”. La verdadera sabiduría es conocer al Hijo de Dios y su Reino, que es un Reino de Paz y de Justicia, de Amor y Solidaridad, y que se obtiene con humildad de corazón.

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